quizá, mayúsculos problemas de salud pública resulta de suyo inquietante.
Pero esa es una preocupación real en el sur de California, y posiblemente en muchos otros lugares del mundo, a causa de cierta contaminación provocada por desechos y residuos generados por los hospitales. Como narró el periódico los Angeles Times, los centros médicos del área angelina vierten cada día al drenaje municipal ingentes cantidades de desechos que se mezclan con el resto de las aguas negras de la urbe, las cuales llegan a plantas de tratamiento donde son limpiadas y depositadas en el Océano Pacífico.
El problema es que si bien ese procedimiento puede garantizar que las aguas residuales provenientes de hogares y negocios queden razonablemente limpias antes de ser regresadas al mar, no sería el caso de los residuos provenientes de hospitales, en donde es más que conocido que existen bacterias especialmente resistentes y virulentas, aunque muchas veces su alcance no vaya más allá de las propias instalaciones hospitalarias gracias a controles diversos de asepsia, esterilización y manejo de residuos.
Pero, de acuerdo a científicos de la Agencia de Protección Ambiental, en las aguas que hospitales del área de Los Ángeles han vertido al sistema de drenaje local han sido identificados microorganismos muy virulentos y peligrosos que han sido responsables de fuertes brotes infecciosos en hospitales del área de Los Ángeles.
Son, de acuerdo al LA Times, bacterias hospitalarias resistentes a antibióticos conocidas como CRE, que vía las cañerías de los hospitales van a parar al drenaje municipal y no solo no son eliminadas en las plantas de tratamiento de aguas residuales sino que, por el contrario, esos microorganismos encuentran allí un medio que les permite crecer y fortalecerse. La amenaza de que de esas plantas y de las aguas que vierten al mar esas bacterias podrían saltar para infectar a las poblaciones cercanas sería preocupante, por ejemplo entre los bañistas en las playas.
Y no se trataría de una mera conjetura: cierta cantidad de personas han sido diagnosticadas allí recientemente con CRE sin haber ellas estado en una instalación hospitalaria, el lugar donde se ubican los focos de esa bacteria. El contagio, así, estaría teniendo lugar en contextos fuera de los hospitales, aunque en números netos todavía muy reducidos.
De acuerdo al Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) las bacterias CRE son altamente resistentes a antibióticos y por ello son de difícil tratamiento y pueden causar estragos en los pacientes. Y aunque por lo general ese tipo de microorganismos afectan más a personas hospitalizadas o que se encuentran inmunodeprimidas que a la población en general, su proliferación fuera de los hospitales amplifica las posibilidades de infección y las incertidumbres.
Jesús del Toro