De acuerdo con un estudio publicado en la revista Nature al consumir carne procesada con primitivas herramientas de piedra los simios lograron ahorrar al menos 2,5 millones de ciclos de masticación.
Esta incorporación permitió a los homínidos sacar más energía de los nutrientes, mientras que el tiempo que pasaban masticando se redujo de manera considerable. El hombre primitivo cortaba la carne en trozos manejables para obtener una fuente rápida de energía.
Para comprobar esta teoría, en la revista se cita el ejemplo del chimpancé, una especie de simio que pasa cerca de la mitad de un día masticando la comida.
"La carne tiene una gran cantidad de nutrientes, pero también es muy elástica. Así que el problema es que no podemos descomponerla con nuestros dientes planos. Pero si la cortamos no es preciso masticarla para descomponerla”, comenta al respecto la autora del estudio, Katie Zink.
Los investigadores señalan que dicho cambio en la dieta contribuyó en la reducción masiva de los dientes, los músculos de la mandíbula, lo que ayudó a la expansión del cerebro del ser humano.