¿Cómo se las arreglan para no sucumbir ante tamaño esfuerzo? Tienen sus trucos. La revista Science publica esta semana cómo estas aves son capaces de aprovechar las condiciones atmosféricas para gastar el mínimo de energía.
Pese a ser un ave marina, la fragata común (Fregata minor) no dispone de plumas repelentes al agua, por lo que con frecuencia debe recorrer largas distancias durante largos períodos para encontrar alimento. Pero el modo en el que la fragata consigue realizar vuelos tan largos sin descanso ha sido hasta ahora una incógnita. Un equipo dirigido por Henri Weimerskirch, investigador del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) en Villiers en Bois (Francia), equipó a decenas de fragatas con transmisores alimentados con energía solar o con dispositivos para medir el ritmo cardíaco, la frecuencia del batido de las alas, la aceleración, la altitud y las coordenadas GPS.
Los datos demuestran que estas aves cubren distancias considerables, viajando un promedio de 410 kilómetros diarios. Y los ejemplares jóvenes emprenden viajes incluso más largos que los de los adultos, y de forma independiente, lo que sugiere que sus patrones de vuelo responden a un comportamiento codificado genéticamente. La mayoría de las aves se mantenían a la altitud que requiriese el mínimo batido de alas, tendiendo a volar entre los 30 y los 2.000 metros. Solo descienden a cotas de 0 a 30 m cuando buscan alimento, lo que implica un mayor gasto energético.