¿Por qué algunos grandes hombres mueren en la más absoluta pobreza? Hay millones de casos. Mozart, por ejemplo, cuyos huesos terminaron en una fosa común, presa del abandono. O Vincent Van Gogh, que no logró vender ningún cuadro en vida (a excepción del que le compró su propio hermano Theo). Sin duda otro de estos casos paradigmáticos y que es el protagonista en esta ocasión es el del pintor Rembrandt, que murió a la edad de 63 años en 1669 y fue enterrado en una tumba sin nombre, en un terreno propiedad de una iglesia. Más de 20 años después, como era habitual con aquellos que habían muerto de esta manera, sus restos fueron desenterrados y desechados.
¿Cómo llegó a esta situación? Recapitulemos. El famoso pintor, del que se ha llegado a cuestionar si inventó el selfie, debido a su fascinación por los autorretratos (en cuatro décadas hizo un total de 80), había sobrevivido a todos sus hijos y a su esposa, que había fallecido el mismo año en que él terminó su cuadro más conocido (con perdón de 'La lección de anatomia del doctor Nicolaes Tulp'): 'La ronda de noche' (1639-1642). El resto de sus hijos (a excepción de Tito, que fallecería con 27 años) morirían con pocas semanas. Un perfecto ejemplo de una vida marcada por la tragedia personal y la incertidumbre financiera.
Auge y caída
Habían sido el propio Tito, así como Hendrickje, la mujer que en un principio empezó como su criada y acabó siendo su segunda esposa, los que consiguieron que el pintor saliera a flote en esos últimos años, según informa 'BBC'. Lo curioso es que ha surgido un mito alrededor de su figura, que indica que su caída a los infiernos está relacionada íntimamente con 'La ronda de noche', o, el que debería ser su verdadero y kilométrico título: 'La compañía militar del capitán Frans Banninck Cocq y el teniente Willem van Ruytenburgh', una obra que, por otra parte, tampoco ha tenido la mejor de las suertes. Ha sido acuchillada y rociada con ácido, por lo que ha tenido que ser restaurada. Ha inspirado numerosas obras posteriores e incluso alguna composición musical de Mahler (la Sinfonía nº 7, concretamente).
El mito ha crecido tanto en el imaginario popular que incluso hay una película al respecto: 'Nightwatching' de Peter Greenaway, con Martin Freeman en el papel de Rembrandt. El filme se centra en ese periodo oscuro en la vida del pintor, cuando perdió a su primera mujer y a dos de sus hijos y recibió el encargo de pintar la obra. Mientras trabaja en ella, descubre asesinatos y conspiraciones entre los mercaderes que le sirven de modelo, y llenará el cuadro de pistas y referencias acusatorias contra los criminales. Esto marcará la venganza posterior contra él y explicaría el porqué de su pésima situación al final de su vida. ¿Cuánto de real hay en todo esto?
En la pintura aparece la milicia del capitán Frans Banninck Cocq en el momento en el que éste da la orden de marchar al alférez Willem van Ruytenburch. Detrás de ellos aparecen los 18 integrantes de la Compañía, que pagaron una media de cien florines al pintor por aparecer en el cuadro, una suma más que considerable para la época. Fue encargada por la Corporación de Arcabuceros de Ámsterdam. En la película, tomando cierta licencia artística, el recibimiento que se hace del cuadro parece lo que imaginamos que sucedió cuando Picasso enseñó por primera vez 'Las señoritas de Avignon': confusión absoluta. "No puedo ver nada en él, excepto sombras y oscuridad" comenta Jan Six, amigo del artista, que además sale en otro de sus cuadros. "¿Esperas que tomemos esto en serio?".
Más allá de si realmente gustó o no el cuadro (imaginamos que sí, pues todo sugiere que fue el capitán Banninck Cocq el que encargó al artista holandés Gerrit Lunden que pintara una réplica más pequeña), la verdadera cuestión es ¿realmente condujo a la caída de Rembrandt? Lo único que se puede hacer es mirar de cerca la pintura, pero no para encontrar rastros de un posible boicot contra el artista, sino para entender qué sucede realmente.
La película 'Nightwatching' de Peter Greenaway ha aumentado el mito de una posible conspiración para acabar con el pintor
Sin duda, el uso del color y de la luz parecen luchar contra las leyes de la física en un cuadro rodeado en sus extremos por la penumbra. Como le gustaba hacer a Van Eyck, Rembrandt decidió pintarse a sí mismo escondido dentro de una escena que parece fotográfica, con los personajes pillados de improvisto. Solo hay tres personajes iluminados y céntricos, además del capitán y el teniente Willem van Ruytenburch se encuentra la niña, quizá el personaje más misterioso de todos. Muchos han querido ver en el único personaje femenino del cuadro a Saskia, la primera esposa del pintor (recuérdese, que murió en el mismo año). Viste un traje amarillo limón y en la cintura le cuelga un gallo blanco con pinceladas azules (el emblema de la compañía), que Rembrandt representó de esta singular manera, en sustitución del habitual blasón de este tipo de retratos colectivos. ¿Por qué un gallo y no un águila, que habría sido más apropiado para la compañía? A costa de la dignidad, Rembrandt elige este animal. Quizá se trate de una broma privada.
El cuadro, que se podría asemejar a otros barrocos como 'Las Meninas' de Velázquez o 'El jardín del amor' de Rubens, no agradó a los contemporáneos de Rembrandt, porque hería las convenciones de su gusto. Con él comenzó el declinar de la carrera de su autor, que llegó a conocer la bancarrota. Pero poco tiene que ver con un complot para acabar con él, sino más bien a otros factores: la gran casa que compró así como otras curiosidades y antigüedades que adquirió podrían haber tenido más que ver. ¿Otro problema? Su estilo pasaba de moda, el manejo más rudo de la pintura pasó a mejor vida, mientras el grabador Gerrit Dou eclipsaba a su antiguo maestro en términos de fama y éxito. El holandés tendría que esperar unos cuantos siglos, hasta que los impresionistas lo redescubrieran de nuevo.
Para terminar con el título, en realidad 'La ronda de noche' adquirió ese título en 1790, cuando el barniz de la pintura se oscureció y la escena pasó a ser mucho más brumosa y oscura. A día de hoy, tras las tropelías acaecidas contra él, ha sido limpiado, restaurado y ha vuelto a su color original, pero el misterio continúa presente. Eso, quizá, le proporcione mayor interés a un pintor que, aunque murió en la pobreza absoluta, vivirá para siempre.
A. Nuño