Para cumplir con el plan establecido se hizo lo que parecía imposible: trasladar enormes edificios que pesaban miles de toneladas.
El plano general de la capital rusa, acordado en 1935 tras la construcción de la primera línea de metro, fijó las nuevas fronteras de las calles céntricas. En el mapa de Moscú aparecieron las llamadas líneas rojas que fijaban las nuevas líneas, más amplias, de avenidas principales y majestuosas. Todos los edificios que quedaban fuera de los límites rojos tenían que ser demolidos independientemente de su valor histórico o arquitectónico: para Stalin la monumentalidad y la funcionalidad era lo primordial.
Pero había un problema: la cantidad de viviendas no era lo suficientemente abundante para la población de Moscú, que en una década de creciente industrialización se duplicó, rozando la cifra de cuatro millones de habitantes.
La solución estaba en manos de Nikita Jruschov, quien en 1935 es designado secretario del comité de Moscú, un cargo equivalente al de alcalde de la ciudad. El político decide escuchar a los arquitectos, que ofrecían trasladar los edificios para ampliar la calle Tverskaya de 14-16 metros de ancho hasta los 50-60 metros.
Un punto a favor de esta decisión fue que en EEUU se había realizado la misma práctica con éxito, algo de lo que la URSS aún no podía presumir. La experiencia rusa en esta materia se remontaba a los tiempos del zar, a finales del siglo XIX, cuando se movió una casa de un par de toneladas de peso.
De manera que el complicado traslado de una central eléctrica de ocho plantas y 11.000 toneladas de peso en Indianópolis supuso un desafío para Moscú. La URSS necesitaba récords y el momento era preciso. Así, en 1936, se creó una organización encargada de los traslados de edificios.
El 4 de marzo de 1939, a las 02:03 de la madrugada, todos los habitantes del edificio ubicado en el número 6 de la calle Tverskaya estaban durmiendo tranquilamente mientras su casa se desplazaba 50 metros hacia el patio.
De acuerdo con los testigos presenciales, nadie sintió nada y solo se dieron cuenta al despertarse de que la calle estaba más lejos de lo habitual. Uno de los testimonios destaca que incluso una pirámide de cubos construida por un niño en su apartamento no se desarmó durante el traslado. Los habitantes estaban al tanto de que su edificio cambiaría de ubicación, aunque nadie entendía cómo se podía mover un inmueble de 23.000 toneladas de peso con gente dentro.
El proceso de preparación duró varios meses y estuvieron esperando un aviso de las autoridades mientras seguían viviendo allí, algo que nunca ocurrió. La condición principal de batir el récord de EEUU era que la gente tenía que estar dentro del edificio, así que estaba prohibido reacomodarlos. Los vecinos que se preocupaban mucho querían irse, pero se les daban fechas erróneas a propósito.
Irina Cheredina, catedrática de arquitectura soviética de la Universidad de Arquitectura de Moscú Los edificios se movían sin reubicar a los inquilinos. Con todas las comunicaciones temporales conectadas la gente tenía luz, gas, agua y telecomunicaciones. Lo ilustra bien este extracto de la película La nueva Moscú de 1938. La leyenda urbana dice que al principio Jruschov era partidario de demoler ese edificio de estilo ecléctico de principios del siglo XX, cuya imagen no armonizaría con el futuro aspecto monumental de la principal calle de Moscú. Su ubicación fuera de la línea roja favorecía la decisión del máximo responsable de la capital, pero las ambiciones de conseguir un récord y superar a EEUU le pudieron.
La decisión de no avisar a los inquilinos era premeditada, pero las autoridades estaban seguras de que todo iría bien gracias a la profesionalidad del arquitecto principal del proyecto.
"No había riesgos, todo estaba calculado. No son solo palabras vanas ni deseo de convencer a nadie. Como decían los expertos, había un altísimo nivel de cálculo matemático, gran experiencia y una tremenda intuición. Su compañero, el reputado arquitecto Ilichev, decía que lo que hacía Guendel era imposible de calcularlo ahora en una computadora", revela a Sputnik Mundo Tatiana Yastrzhémskaya, la nieta del arquitecto Emmanuel Guendel.
Tatiana recuerda que, para su familia, ese verdadero avance tecnológico ejecutado decenas de veces por Guendel "era su trabajo: el abuelo movía edificios".
"¡Atención! ¡Atención! El edificio está en movimiento", anunciaba a través del micrófono la madre de Tatiana, Adel Bichel, la hija de Emmanuel Guendel, antes del traslado de una clínica oftalmológica en 1940.
El arquitecto estaba tan seguro del rotundo éxito que su propia hija anunciaba a bombo y platillo el inicio de la obras. Y no se trataba en absoluto de una obra fácil. Al edificio del hospital le dieron una vuelta de 97 grados y, después de ello, 93 metros en diagonal hacia dentro. Además, abajo le agregaron una planta.
Él era 100 % responsable de su trabajo. De verdad que movían los edificios con gente. Por si fuera poco, durante el traslado de la clínica se realizaban operaciones oftalmológicas.
Tatiana Yasterzhémskaya, nieta del arquitecto Emmanuel Guendel El rector del Instituto de Arquitectura de Moscú, Dmitri Shvidkovski, decía que la tecnología de Guendel "solo es comparable con la industria aeroespacial". Cómo movían los edificios La brillante tecnología de Guendel es hasta el día de hoy motivo de orgullo nacional y una de las disciplinas que se estudian en detalle en las facultades de arquitectura. Les ofrecemos seguir los pasos del ingenioso arquitecto.
— Paso uno: reforzar el edificio con hierro
Todos los edificios reubicados en Moscú tenían muros de carga de ladrillo, lo cual dificultaba su traslado. Para prevenir su derrumbe antes de la mudanza, se enmarcaban con vigas de hierro por todo su perímetro.
— Paso dos: construir nuevos cimientos
El edificio se cortaba de sus cimientos y se instalaba en unos nuevos. Era importante armar nuevos cimientos en seguida en el lugar de la reubicación.
— Paso tres: cortar el edificio de sus cimientos
A diferencia de la costosa tecnología que se usaba en EEUU, que implicaba levantar los edificios desde abajo con la ayuda de gatos eléctricos y poner rieles debajo y el edificio encima, Guendel descubrió cómo simplificar la operación: debajo del marco de hierro en el muro se hacían numerosas ventanillas;
- en el sótano ponían grava, traviesas y rieles. Los carriles trazaban la ruta del próximo traslado y llegaban hasta los cimientos nuevos;
- sobre los rieles ponían ejes ferroviarios;
- con la ayuda de los ejes, se llevaban a las ventanillas vigas metálicas de transmisión;
- todo estaba calculado de tal forma que, entre el marco de hierro y las vigas de transmisión, quedaban 1-2 centímetros. En este espacio se colocaban chavetas y se soldaban por arriba y por abajo
- la construcción parecía un trineo gigante con decenas de patines. El edificio estaba puesto no solo sobre sus propios cimientos a través de los entrepaños en las ventanillas, sino además sobre los carriles reforzados con ejes y chavetas.
— Paso cuatro: el traslado.
Para trasladar los edificios se utilizaban gatos eléctricos y cabestrantes. El mecanismo es parecido al de un vehículo parado. Lo más difícil es dar el primer impulso pero, una vez que arranca, el movimiento sigue por inercia. Lo mismo pasa con un edificio. Para que empiece a moverse se necesita la fuerza contigua de cabestrantes y gatos. Después avanza solo con la ayuda de cabestrante.
— Paso cinco: sobre nuevos cimientos.
Cuando el edificio ya se ha trasladado, se realiza el mismo procedimiento, como en el paso tres, pero en el orden contrario:
- se hacen los entrepaños
- se cortan las chavetas
- se sacan las vigas de transmisión, los carriles y se tapan los huecos en forma de ventanillas.
La vida de los inquilinos de los edificios durante la mudanza
Antes de empezar el traslado, que tardaba meses en estar listo, se preparaban las condiciones de vida de los habitantes: agua, gas y canalización se conectaban al sistema central por medio de tubos flexibles, mientras los cables de electricidad y teléfono se alargaban para tener reserva en el momento de traslado. Los vecinos accedían a sus casas por una pasarela de madera.
Antes de la Segunda Guerra Mundial en Moscú se movieron 22 edificios bajo la rigurosa dirección de Emmanuel Guendel. La práctica siguió después de la guerra y se usó para reconstruir fábricas en plazos más cortos. Guendel dirigió incluso algunos traslados de edificios en Europa, lo que redundó en generosos pagos a la URSS en forma de agradecimiento. Dentro de Moscú el método se utilizó hasta la década de los 80 del siglo XX.