En su versión post-Guerra Fría, la novela «Los ojos de la oscuridad» predice un arma biológica china llamada Wuhan-400 –que en su primera edición de 1981 era soviética y se llamaba Gorki-400–, con algunas sospechosas coincidencias con el coronavirus que se propaga por el mundo. Aunque este no es el «arma perfecta» descrita por Dean Koontz en su libro, ambas proceden de Wuhan y eso ha arqueado más de una ceja.
La casualidad, el destino, o lo que sea, ha querido que el coronavirus haya surgido de Wuhan, la ciudad donde China tiene su principal centro de investigación virológica y un superlaboratorio para estudiar las enfermedades más contagiosas y peligrosas, como el ébola y el SARS. Aunque dicho centro tiene el código P4, que indica el máximo nivel mundial de bioseguridad, tal coincidencia ha desatado todos los rumores.
Tantos que el propio Instituto de Virología de Wuhan como su Laboratorio Nacional de Bioseguridad los han desmentido. Entre ellos, que el coronavirus había sido creado genéticamente y se había «escapado» de allí o que el «paciente cero» era uno de sus científicos y había fallecido. «Lo juro por mi vida, no tiene nada que ver con el laboratorio», aseguraba en la red social WeChat su más eminente científica, la doctora Shi Zhengli. Famosa por descubrir que el SARS procedía de murciélagos de la provincia sureña de Yunnan, sobre ella ha caído la sospecha porque el nuevo coronavirus es un 96 por ciento idéntico al de dicha especie, que se estudia en el Instituto de Virología.
Estas teorías de la conspiración no solo circulan por redes sociales. Con fines políticos, hasta un senador republicano de Estados Unidos, Tom Cotton, se ha hecho eco. Investigadores indios también ha publicado un estudio asegurando que el coronavirus había sido creado artificialmente y un antiguo oficial de la Inteligencia israelí, Dany Shoham, ha señalado al periódico «The Washington Times» los posibles vínculos del Instituto de Virología de Wuhan con el programa encubierto de armas biológicas del autoritario régimen de Pekín.
Contra dichas hipótesis ha salido un grupo de 27 virólogos internacionales de primer nivel, entre ellos el español Luis Enjuanes, del Centro Nacional de Biotecnología, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que creen que procede de la Naturaleza, informa Nuria Ramírez. «La teoría de su origen en el laboratorio de Wuhan ha sido descartada científicamente, dada la reducida identidad del genoma de los virus con que se trabaja en el laboratorio de Wuhan, por lo menos de los conocidos. Esta hipótesis no es compatible con los datos de las secuencias, porque éstas están lo suficientemente alejadas de las del virus del brote epidémico de 2019, que necesita un transmisor intermedio», explica Enjuanes a ABC.
Otros investigadores, como el epidemiólogo W. Ian Lipkin de Columbia y Edward Holmes de Sídney, creen que hay claves genéticas que indican que el coronavirus no es de laboratorio. Según su estudio, publicado en el foro Virological, así lo demuestran las «puntas» con que el virus se agarra a las células, que siguen una evolución natural y habrían sido diferentes si fueran ingeniería genética. Pero también matizan que «aunque la prueba de los genomas no apoya la idea de que el SARS-CoV-2 es una construcción de laboratorio, es imposible probar o refutar las otras teorías sobre su origen, y no está claro que los datos en el futuro ayuden a resolver esta cuestión», pues falta saber la más reciente fuente animal donde mutó el virus.
El papel de la lonja de Huanan
Se sospecha que el coronavirus surgió en la lonja de Huanan en la ciudad de Wuhan, epicentro de la epidemia. Los expertos piensan que, debido a la abundancia de especies exóticas que allí se vendían y cocinaban en malas condiciones higiénicas, el coronavirus podría proceder de los murciélagos y habría mutado en una serpiente o en un mamífero llamado pangolín antes de contagiarse al ser humano. Pero un estudio del Jardín Botánico Tropical de Xishuangbanna, que pertenece a la Academia China de Ciencias, ha analizado 93 muestras del coronavirus de 12 países y niega que proceda de allí.
Como la mayoría de los primeros casos diagnosticados estaban ligados a dicho mercado, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la comunidad científica internacional dan por buena dicha hipótesis debido al riesgo de mutación de virus que entraña tal concentración de especies. Además, eso ocurrió con el SARS en 2002, cuando el coronavirus procedente de murciélagos mutó en civetas en un mercado de la provincia de Cantón (Guangdong).
Por eso, la lonja de Huanan fue cerrada el 1 de enero y desinfectada. Pero un estudio de investigadores chinos en «The Lancet» ya señalaba en enero que el primer paciente del coronavirus enfermó el 1 de diciembre y no tenía ninguna relación con ese mercado. Y no solo él porque, de los primeros 41 casos, 13 no tenían vínculos con Huanan, un número demasiado elevado. La cuestión es saber cómo el coronavirus, que se sospecha que procede de los murciélagos, llegó al mercado de Huanan.
Pablo M. Diez