Con ella, quienes padezcan ciertos tipos de ceguera pueden detectar cruces peatonales en la calle, mecheros en una estufa, la presencia de gente o automóviles, y en ocasiones incluso números o letras de gran tamaño.
La retina artificial es una laminilla de electrodos colocada quirúrgicamente en el ojo. El paciente utiliza asimismo un parte de anteojos con cámara integrada y un procesador portátil de video. Los elementos reunidos permiten que las señales visuales pasen por encima de la porción dañada de la retina y se transmitan al cerebro. La aprobación de la dependencia federal abarca al sistema integrado, el cual su fabricante llama Argus II.
La aprobación constituye el primer hito en una nueva frontera en la investigación relativa a la vista, campo en el cual los científicos están registrando avances en la terapia de genes, la optogenética, las células madres y otras estrategias.
“Esto es apenas el comienzo”, dijo Grace Shen, directora del programa sobre enfermedades de la retina en el Instituto Nacional del Ojo, el cual contribuyó a financiar el estudio en torno a la retina artificial y está apoyando muchos otros proyectos de terapia para la ceguera. “Tenemos muchas cosas emocionantes esperando, muchos enfoques que ahorita se están diseñando para abordar esto”.
Con la retina artificial o la prótesis retinal, una persona ciega no puede ver en el sentido convencional, pero es capaz de identificar contornos y límites de los objetos, especialmente cuando hay contraste entre luz y oscuridad —fuegos artificiales sobre el cielo nocturno o calcetines negros entre otros blancos en la ropa recién lavada.
El Diario