Se llamó Mansa Musa -siendo Mansa el título equivalente a emperador- y reinó el Imperio de Malí, uno de los más prósperos del África Occidental, entre 1312 y 1337.
Sus dominios se extendían por lo que actualmente pertenece al sur de Mauritania, Senegal, Gambia, Guinea, Malí, Burkina Faso, Níger, el sur de Argelia y Chad, y llegó a congregar hasta 50 millones de súbditos, una cifra mareante en un momento en el que la población mundial se estimaba entre 360 y 432 millones de personas.
Mientras tanto, en Europa, las guerras, las grandes hambrunas y la peste negra arrasaron entre la ciudadanía: en menos de diez años desapareció casi el 50% de la población europea, con alrededor de 75 millones de muertos. Mientras Europa languidecía, el Imperio de Malí explotaba sus minas de oro y de sal y comerciaba con ellos en las rutas transharianas que atravesaban el norte de África hasta Oriente Medio y que describe el Atlas Catalán (conocido también como Mapamundi de los Cresques) que guarda la Biblioteca Nacional de Francia y que escribió e ilustró el historiador judío mallorquín Cresques Abraham en 1375.
Junto a la imagen de un rey africano sentado en un trono dorado y que sostiene sobre su cabeza una corona y en sus manos un orbe y un cetro, todo ello de oro, reza la inscripción: "Aquest senyor negre es appellat musse melly, senyor dels negres de Gineva. Aquest rey es lo pus rich el pus noble senyor de tota esta pertida per labondançia de lor lo qual se recull en la suua terra / Aqueste señor negro es apelado Musse Melly, señor de la gente negra de Guinea. Aqueste rey es el más rico y más noble señor por la abundancia del oro que recoge en su tierra".
El retrato de Mansa Musa se sitúa entre las inscripciones que sitúan Tembuch (Tombuctú), uno de los núcleos comerciales más importantes de la época, y Geugeo (Gao), otro centro importante de las rutas comerciales, que más tarde fue la capital política del Imperio songhai, uno de los mayores imperios islámicos de la historia.
En Mansa Musa. Peregrino del desierto, rey de Tombuctú (2018, Almuzara), el escritor Miguel Guerrero describe: "Mansa Musa, recientemente, ha sido considerado como la persona más rica de todos los tiempos, ajustada su fortuna a la inflación. Controlaba la totalidad de la producción y el comercio del oro desde la jungla del África Occidental hasta el Mediterráneo.
También la sal y el comercio de esclavos". "Profundamente religioso", continúa, "instituyó el islam como la religión de su país, respetando las creencias animistas y de brujería de sus súbditos. Acompañado de 10.000 personas y camellos atravesó el desierto del Sáhara e hizo peregrinación a La Meca, el Hajj, cumpliendo así con el quinto pilar de la creencia islámica, y a su paso por El Cairo, el oro de su caravana, gastado sin límite, produjo la caída de su valor a un nivel insospechado que duró varias décadas, pero que dio a conocer las riquezas y el poder de Mansa Musa y el Imperio de Malí".
Según el artículo Mansa Musa I de Malí: oro, sal y relato en el África Occidental Medieval, de Charlie Harris, investigador en la Universidad de Oxford, "la Historia de la Edad Media ha ignorado a África sistemáticamente. Los estudiosos se han centrado en Europa y Oriente Medio, analizando habitualmente la relación del oro en las Cruzadas y las guerras religiosas entre estas dos culturas, pero ignorando el origen del oro en cuestión; más de la mitad de ese oro procedía del Imperio de Malí".