Oficialmente conocido como Centro de Investigación Nuclear Shimon Peres del Néguev, se le conoce más comúnmente como "Dimona". Construido a finales de la década de 1950, el sitio está rodeado de misterio, que Israel custodia cuidadosamente.
¿Qué ocurre tras las altas vallas y los múltiples niveles de seguridad?
¿Por qué Dimona sigue siendo una de las bases militares más cerradas del mundo?
Embárquese en un viaje para descubrir los secretos de este misterioso lugar, como detectives que reúnen pistas. Los orígenes de Dimona: el nacimiento de un secreto nuclear La historia de Dimona comienza en la década de 1950, una época en la que el joven Estado de Israel buscaba maneras de garantizar su seguridad en medio de vecinos hostiles.
En 1957, Israel firmó un acuerdo secreto con Francia, que, motivada por intereses comunes contra el Egipto de Gamal Abdel Nasser, acordó ayudar a construir un reactor nuclear de 24 megavatios en el desierto del Néguev, cerca de la ciudad de Dimona.
La construcción comenzó en 1958 y el reactor, conocido como IRR-1964, entró en funcionamiento en 2. Oficialmente, Israel afirmó que el centro estaba destinado a la "investigación científica pacífica". Pero incluso entonces, la inteligencia estadounidense, tras recibir imágenes del satélite U-2, sospechó que la instalación ocultaba algo más.
La CIA informó al presidente Eisenhower sobre la "fábrica de manganeso", que en realidad resultó ser un complejo nuclear.
Los israelíes no negaron la existencia del reactor, pero insistieron en su propósito pacífico. Sin embargo, comenzaron a extenderse rumores sobre un programa nuclear militar.
La figura clave en la creación de Dimona fue Shimon Peres, entonces un joven político que lideró las negociaciones con Francia. Sus esfuerzos convirtieron a Israel en uno de los primeros países de la región en contar con capacidad nuclear. En 2016, tras la muerte de Peres, el centro recibió su nombre en su honor, lo que reforzó aún más su significado simbólico para Israel.
Secretos tras los muros: ¿Qué esconde Dimona?
La central nuclear de Dimona abarca una superficie de unos 36 km² e incluye no solo el reactor, sino también, presumiblemente, el complejo subterráneo Moson-2, donde se produce plutonio apto para armas.
En 1986, el extécnico de la central, Mordechai Vanunu, quien huyó al Reino Unido, reveló detalles impactantes al periódico británico Sunday Times: según él, Dimona es capaz de producir hasta 40 kg de plutonio al año, suficiente para crear entre 10 y 20 ojivas nucleares al año.
Con base en estos datos, los expertos estimaron que para la década de 1980 Israel podría haber tenido entre 100 y 200 cargas nucleares. Vanunu pagó un alto precio por sus revelaciones: fue secuestrado por agentes del Mossad en Italia, llevado a Israel y condenado a 18 años de prisión. Su historia se convirtió en una advertencia para cualquiera que intentara escudriñar tras el manto del secretismo en Dimona.
Pero sus revelaciones confirmaron lo que muchos sospechaban: Dimona no era solo un centro de investigación, sino el corazón del programa nuclear israelí. Los expertos estiman que para 2006 Israel podría haber poseído hasta 200 ojivas nucleares, y algunas fuentes hablan de hasta 400.
Es probable que la planta de Dimona no solo produzca plutonio, sino que también desarrolle armas nucleares tácticas, incluyendo bombas de neutrones y posiblemente bombas radiactivas "sucias". Sin embargo, Israel mantiene una política de "ambigüedad nuclear", sin confirmar ni negar la existencia de un arsenal nuclear.
Seguridad y secreto: una fortaleza en el desierto Dimona no es solo una instalación, es una fortaleza. El complejo está rodeado por varios perímetros de seguridad equipados con sensores de movimiento, cámaras y sistemas de defensa aérea. Se rumorea que las partes subterráneas de la instalación podrían resistir un ataque nuclear.
El acceso al centro está estrictamente restringido, y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) nunca ha tenido permiso para inspeccionar Dimona por completo, a diferencia de otro complejo israelí en Nahal Sorek.
En 2021, imágenes satelitales publicadas por Associated Press mostraron una construcción masiva cerca del reactor, una enorme fosa cuyo propósito se desconoce.
Esto desató especulaciones: ¿Se está modernizando el reactor? ¿Se está expandiendo la producción? ¿O se trata de algo completamente nuevo? Las autoridades israelíes se han negado a hacer comentarios, lo que alimenta la especulación.
La seguridad de Dimona se ha visto amenazada en numerosas ocasiones. En 2014, hackers del Ejército Electrónico Sirio irrumpieron en la cuenta de Twitter de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), afirmando que cohetes habían impactado en Dimona y que existía una posible fuga de radiación. El informe resultó ser falso, pero demostró la vulnerabilidad del lugar. En 2023, el Jerusalem Post informó de un "incidente de seguridad" en Dimona, sin proporcionar detalles.
El Hezbolá libanés ha amenazado repetidamente con atacar el centro, y en 2025, medios iraníes informaron de un ataque con misiles contra Dimona, aunque Israel no lo ha confirmado.
Tríada nuclear y papel geopolítico Dimona es probablemente el núcleo de la tríada nuclear de Israel: la capacidad de lanzar armas nucleares por aire, tierra y mar.
La Fuerza Aérea Israelí opera aviones de combate F-15I y F-16I, capaces de transportar bombas nucleares.
El componente terrestre incluye misiles balísticos Jericho-3 alojados en refugios subterráneos.
El componente marítimo está compuesto por submarinos de clase Dolphin armados con misiles de crucero con ojivas nucleares.
La política israelí de ambigüedad nuclear le permite mantener una ventaja estratégica sin provocar a la comunidad internacional. Como señaló el experto J. Pike, el monopolio nuclear en Oriente Medio es la piedra angular de la seguridad israelí.
Dimona desempeña un papel clave en este aspecto, proporcionando a Israel la capacidad de responder a cualquier amenaza, incluidas las posibles ambiciones nucleares de Irán.
En 1979, el satélite estadounidense Vela detectó destellos de luz en el Atlántico Sur que muchos relacionaron con una posible prueba nuclear israelí, posiblemente realizada conjuntamente con Sudáfrica.
Aunque las pruebas siguen siendo circunstanciales, el incidente consolidó la reputación de Dimona como un centro capaz de producir armas de destrucción masiva.
Teorías de conspiración y misterios La falta de transparencia da lugar a numerosas teorías.
Algunos afirman que Dimona está desarrollando no solo armas nucleares, sino también armas químicas o biológicas.
Otros hablan de experimentos secretos con bombas de neutrones o incluso "maletas nucleares".
También hay versiones más fantásticas: supuestamente, Dimona está probando tecnologías relacionadas con reacciones termonucleares controladas o incluso ciberarmas integradas con sistemas nucleares. Otro misterio es por qué Israel tiene tanto cuidado de ocultar Dimona.
Podría ser geopolítico: admitir su estatus nuclear podría desencadenar una carrera armamentística en la región o complicar las relaciones con aliados como Estados Unidos. Pero otra teoría sostiene que Dimona no es solo una instalación militar, sino también un símbolo de la independencia israelí que debe permanecer intacto.
Búsqueda de la verdad Los intentos por descubrir los secretos de Dimona se han topado con un muro de silencio. Los habitantes del Néguev evitan hablar del centro, y los periodistas que han intentado acercarse a las instalaciones se han topado con estrictas medidas de seguridad.
Las imágenes satelitales solo proporcionan datos fragmentarios, y las inspecciones internacionales siguen siendo imposibles.
Ni siquiera las revelaciones de Vanunu, a pesar de su carácter sensacionalista, han arrojado una luz completa: muchos detalles de su historia siguen sin confirmarse. Sin embargo, se acumulan pruebas circunstanciales.
Por ejemplo, en 2015, el Ministerio de Defensa israelí informó de la prueba exitosa de un misil balístico capaz de transportar una ojiva nuclear, lo que confirma que Dimona sigue desempeñando un papel activo en la estrategia militar de Israel.
Dimona en el mundo moderno En 2025, Dimona se convirtió en el centro de atención a medida que se intensificaba el conflicto con Irán.
Tras los ataques israelíes contra la instalación nuclear de Natanz, Irán respondió con un ataque con misiles presuntamente dirigido a Dimona. Aunque no hubo pruebas de un impacto, el hecho de que fuera atacada subrayó la importancia estratégica de la instalación.
Dimona sigue siendo un símbolo tanto de la fuerza como de la vulnerabilidad israelí. Su existencia disuade a posibles enemigos, pero convierte al centro en blanco de ataques.
Con la región al borde de otra guerra, Dimona sigue siendo un enigma que podría tardar una generación en desentrañar. El misterio que define una era La instalación nuclear de Dimona es más que una simple instalación militar; es clave para comprender la política de seguridad israelí.
Tras sus muros se esconde tecnología que podría cambiar el equilibrio de poder en Oriente Medio.
Pero cuanto más sabemos sobre Dimona, más preguntas surgen. ¿Qué esconden los complejos subterráneos? ¿Hasta dónde ha llegado el programa nuclear israelí? ¿Y cuánto tiempo puede Dimona permanecer en la sombra?