En 2012, los españoles bebieron un 4,5% menos que el año anterior, acumulando una caída del 21% en un lustro. Según la otra lectura, más optimista, el consumo de cerveza ha aumentado en los hogares: en total, un 3,5%. A los españoles les sigue gustando la cerveza, pero ahora la beben en su casa.
En ese sentido, los españoles no son alemanes, y salvo en lo que se refiere al consumo de cerveza sin alcohol, donde España sigue siendo el máximo productor y consumidor de la Unión Europea, en el caso de la cerveza tradicional los españoles sólo alcanzan a ocupar un puesto en el top ten europeo, con 47,5 litros per cápita, una cifra que países como Alemania o la República Checa llegan a doblar.
Al calor de estos datos, en los últimos años en España ha surgido un nuevo fenómeno emprendedor, por otra parte ya conocido en países con una mayor tradición cervecera. Se trata de la proliferación de decenas de nuevos negocios dedicados a la fabricación artesanal y a la venta de cerveza casera. Son las nuevas microcervecerías.
Empujados por la crisis
No es casualidad que el nuevo sector haya despuntado en plena crisis, aunque las primeras microcervecerías made in Spain surgieron en Cataluña y el Levante español antes del crack, de la mano de marcas como Rosita, Guineu, Montseny o Tyris. "Aunque los pioneros son Domus, en Toledo, y luego nos fuimos sumando poco a poco, hasta el día de hoy, cuando cada semana aparece una nueva marca", explica a Teknautas Carlos García (29 años), uno de los fundadores de Sagra, también toledana, una marca fundada en 2011 que forma parte de la segunda generación de cervezas artesanales surgidas en España, en la misma línea que la madrileña Cibeles, lanzada en 2010.
"El sector nació en Cataluña hace cinco o seis años. Al principio, apenas había una veintena de microcervecerías. Ahora existen alrededor de cien. Dentro de lo que es el sector de lo artesanal fuimos de los primeros en lanzarnos", añade García, publicista de profesión. En la actualidad producen 40.000 botellas al mes, unos 20.000 litros de cerveza.
Sobre las causas de esta nueva ola emprendedora, el fundador de Sagra pone en primer lugar la crisis. "En el fondo, la crisis agudiza el ingenio. Nosotros hemos tenido más tiempo para hacerlo, y hay proyectos que nacen con más inversión, y otros más caseros, pero estos últimos suelen protagonizarlos personas que se quedan en paro, buscan el autoempleo y se lanzan a este tipo de mercado" explica.
De la misma opinión es Carlos Bartheleny (27 años), uno de los fundadores de la marca valenciana Micalet, una cerveza artesanal de la última generación, con apenas siete meses en el mercado y una producción mensual de 1.500 litros, que esperan triplicar en 2014. "Nosotros somos tres socios; uno es ingeniero electrónico, otro se dedicaba al marketing y yo a temas de derecho laboral. El hecho de no encontrar trabajo fijo o tener casi 30 años y estar todavía de becarios, nos hizo plantearnos emprender. Pusimos sobre la mesa una serie de negocios, y nos decidimos por la cerveza", explica a Teknautas el joven empresario.
Los canales de distribución
Un caso parecido al de los chicos de Micalet lo representa la marca madrileña La Vírgen. Sus fundadores trabajaban en Silicon Valley, pero se cansaron de San Francisco y regresaron para aplicar sus conocimientos sobre marketing en en lanzamiento de una fábrica de cerveza.
"Trabajábamos en el sector del marketing online y las nuevas tecnologías, ayudando a empresas españolas a instaurarse en Estados Unidos. Éramos aficionados a la cerveza, y ya la fabricábamos de forma casera. Entonces nos empezamos a formar, en un país -Estados Unidos- donde está muy desarrollado el mundo de las microcervecerías", cuenta a Teknautas Ana Coello (27 años) cofundadora de una marca -nacida en 2011- que hoy por hoy produce 10.000 litros de cerveza al mes.
"Lo cierto es que están saliendo muchas cervezas artesanales, pero nosotros somos marca y somos fábrica al mismo tiempo, y no es lo mismo. Es un sector en auge, todavía hay mercado y la cerveza gusta bastante en España, pero ahora es el consumidor el que tiene que elegir. Madrid, por ejemplo, es una ciudad más abierta", piensa la emprendedora, que en la actualidad gestiona un equipo de siete trabajadores.
En referencia a los canales de distribución, Coello apunta que están centrados "en el mercado minorista, con una distribución propia". "No estamos en grandes superficies, es complicado, por eso nos basamos en el boca a boca y la inversión en publicidad es nula", señala.
Como el vino
En ese sentido, salvo las cervezas artesanales de la primera y la segunda generación, con un recorrido mayor -lo que les permite asomar ya la cabeza en las grandes superficies, en consonancia con los datos estadísticos, que hablan de un repunte de las ventas en los grandes establecimientos, en detrimento de los bares- las nuevas cervezas caseras se venden como un producto gourmet.
"En España hay un consumo grande de cerveza, pero no somos buenos bebedores. A los españoles les gustan las tipo Pilsen fresquitas, para ponerse bien. Nosotros hacemos una cerveza para degustar como una copa de vino, por eso la vendemos como una cerveza gastronómica, casi siempre destinada a locales de restauración", explica Bartheleny, de cervezas Micalet.
"Creo que el vino se ha olvidado de la gente joven, y en ese público la cerveza tiene una gran proyección. Nosotros no llamamos a los distribuidores de cerveza industrial, y ya comienzan a existir distribuidores especializados de cerveza artesanal. Vendemos de una forma parecida a la que se vende el vino, con una rotación similar, y con el objetivo de llegar a una carta media-alta. No vendemos una cerveza para un público que quiere refrescarse, sino para alguien que quiere madirar", apunta García, de cervezas Sagra, en cuya fábrica trabajan en la actualidad cinco personas.
Un modelo de negocio 'low cost'
Además de la crisis, otro de los factores que explican el nuevo fenómeno emprendedor tiene que ver con que la creación de una fábrica propia de cerveza no requiere grandes inversiones.
"Es un modelo de negocio low cost; no hablo de mil o dos mil euros, pero no se necesitan muchos recursos para lanzar las primeras producciones. Básicamente, depende de cómo te organices. Queremos crecer poco a poco, según los clientes que vamos teniendo, dejando un stock pequeño. No hemos querido hipotecarnos", dice el fundador de cervezas Micalet. Sin embargo, en dirección contraria, los promotores de Sagra decidieron "invertir bastante en maquinaria, lo que te permite ahorrar a la larga en personal".
No obstante, los emprendedores de las nuevas cervezas avisan: no se trata de un camino de rosas. "Ayudas no hay ninguna, todo es inversión privada, por ejemplo a través de créditos bancarios. Es un sector complejo, con mucha burocracia y registros necesarios. También es complicado encontrar proveedores de materias primas. Nosotros sólo usamos ingredientes naturales, y fabricamos la cerveza como antiguamente, en un proceso de dos meses", señala Coello, de cervezas La Vírgen.
De la misma opinión es Pedro Gutiérrez (35 años), de la marca jienense Tierra de la frontera, que lanzó con su mujer en 2009, aunque aún lo compaginan con otros trabajos. "Me consta que mucha gente se toma el desempleo como algo que será para siempre, y por eso se embarcan en proyectos de este tipo. Pero no creo que las personas que se lanzan a montar una microcervecería lo hagan porque sea un negocio muy rentable. Nosotros vamos tirando, pero no mucho más, y creo que es una situación que se parece a muchos otros casos. No hay seguridad de un éxito comercial, pero ninguna fábrica de cerveza artesanal está cerrando, y eso es una buena señal", piensa el emprendedor.