Este nuevo estudio, que amplia el trabajo desarrollado por el psiquiatra Samuel Dunkell en este área, revela que la distancia entre los cónyuges es la clave. Si duermen separados por menos de 2.5 centímetros, la pareja tiene todas las posibilidades de ser feliz que aquellos que duermen separados por más de 75 centímetros.
Tras estudiar los hábitos en la cama de 1,100 personas, los investigadores van más allá al afirmar que los que tienen contacto físico durante la noche serán mucho más felices que los que no se tocan mientras duermen.
El estudio descubrió que el 42% de las parejas duermen dándose la espalda, el 31% mirando en la misma dirección y sólo el 4% mirándose entre ellos. Igualmente, comprobaron que alrededor del 34% duermen tocándose mientras que el 12% lo hacen a menos de 2.5 centímetros de distancia y el 2% por más de 76.
Las parejas que se quedan dormidas tocándose tienden a ser más felices si están cara a cara que si lo hacen en la posición de «la cucharita», mirando los dos en la misma dirección o en direcciones opuestas. Entre aquellos que no se tocan son más felices las parejas que miran en la misma dirección.
Según el director del estudio, el psicólogo y profesor de la Universidad de Hertfordshire, Richard Wiseman, el «94% de las parejas que se tocan por la noche estaban contentas con su relación en comparación con el 68% de las parejas que no se tocaban y que eran felices. Además, los datos muestran que el 86% de las parejas que duermen a menos de 2,5 cm. eran más felices con su relación de pareja en comparación con el 66% que podía decir lo mismo entre las parejas que dormían con una separación mayor de 76 cm.
Los resultados obtenidos por el professor Wiseman amplian las investigaciones sobre dormir y los sueños y utiliza la idea del dr. Dunkell de observar la forma en que la gente se relaciona mientras duerme.
Según los trabajos iniciales del doctor Dunkell, las personas que se acurrucan en posición fetal tienen más posibilidades de convertirse en personas indecisas, sensibles a las críticas y padecer ansiedad. Dormir con las piernas dobladas hacia arriba son conciliadores, proclives al compromiso y poco amigos de radicalismos. La gente que duerme sobre su espalda tienden a ser seguros de sí mismos y abiertos y aquellos que lo hacen boca abajo muestran tendencias al perfeccionismo y la rigurosidad.