Como suelen señalar los especialistas, las ETS aumentan su prevalencia en las edades inmediatas al inicio de las relaciones sexuales, lo que convierte la adolescencia en un período de especial riesgo. Pero algo parece estar cambiando, y las costumbres de los adultos parecen estar marcadas cada vez más por esa inconsciencia adolescente. ¿Una cuestión generacional?
Esta misma semana, la doctora Charlotte Jones, presidenta del comité de medicina general de la Asociación Médica Británica, ha advertido que las prácticas de aquellos que superan la barrera de los 45 años son cada vez “más exploratorias”, pero al mismo tiempo, más arriesgadas.
Probar cosas nuevas (pero sin protección)
Para la facultativa, el culpable de esta nueva tendencia es claro y previsible: la novela 50 sombras de Grey (Grijalbo) de E. L. James. Según Jones, ha provocado un efecto por el cual “la gente más mayor está explorando más cosas pero no necesariamente está recordando usar condón”. Curiosamente, aunque los personajes de la novela sean jóvenes, la doctora recuerda que son los amantes de mayor edad los que siguen los dictados de Grey y Ana Steele. Precisamente, el perfil ideal de su lector.
“Cualquiera, a cualquier edad que entre en una nueva relación debería pensar en el sexo seguro y particularmente, en el papel de los preservativos”, ha advertido Jones. Los datos hablan por sí mismos, al menos en Reino Unido. Mientras que en 2011 el número de ETS era de 1,281 entre los mayores de 65 años, la cifra ha aumentado en un 7% en apenas un año, y con 1,374 nuevas infecciones durante 2012. Algo no tan diferente a lo que ha ocurrido en España, donde las ETS han repuntado durante los últimos años, especialmente los casos de gonorrea y sífilis, al mismo tiempo que han disminuido los de SIDA.
Como explicaba nuestra colaboradora Monterrat Montaño, la nueva literatura erótica ha contribuido a normalizar prácticas menos ortodoxas y ha provocado un empuje a la sexualidad femenina, pero también ha ayudado a la consolidación de determinados clichés sexuales perjudiciales, en cuanto que pueden conducir a la insatisfacción a la pareja al confundir la realidad con una idealizada ficción.
Un problema generacional
Sin embargo, la razón puede ser mucho más sencilla (y directa) que un libro superventas. Los cambios en las costumbres sexuales de la población ha provocado, entre otras cosas, que los adultos tengan más relaciones durante su madurez: según un informe de Lilly sobre sexualidad masculina, entre los 55 y los 70 años se suele hacer el amor una vez a la semana. Además, el aumento de la población divorciada provoca que se comiencen nuevas relaciones a una edad más avanzada, con parejas hasta entonces desconocidas y con las que la fogosidad sexual aún se encuentra en su punto álgido.
Esta alarmante tesis es compartida por el parlamentario Harry Walker, que también ha manifestado en los medios británicos su preocupación por los hábitos de los más mayores. “Hablando en términos generales hay más gente perteneciente a mayores edades haciendo el amor”, explicaba. Walker hacía hincapié en que el SIDA provocó un aumento de la concienciación sexual que corre el riesgo de desaparecer. “El mensaje de los años ochenta sobre el uso del preservativo se está olvidando y la gente es cada vez más complaciente”. Efectivamente, vivimos tiempos relajados. Quizá demasiado.
El Confidencial