Este trabajo de investigación, que ha obtenido la calificación de sobresaliente cum laude, ha descubierto, tras las pruebas efectuadas sobre tres grupos de ratones, que en aquellos que fueron tratados con ese aceite "la aparición de las lesiones cutáneas se produjo con un retraso de seis a nueve semanas". Además, dos de los animales sometidos al estudio no sufrieron lesiones tumorales, como se comprobó al final del experimento.
Para realizar esta investigación, su autora utilizó un total de 60 ratones que fueron sometidos a radiación ultravioleta de 60 minutos por sesión, tres veces por semana y durante un total de 80 sesiones. Los animales fueron divididos en tres grupos –uno de ellos, de control– mientras que un segundo fue tratado con aceite de almendras dulces antes de realizar la irradiación, y el último con aceite de la crisálida del gusano de seda.
Todos los ratones presentaron las alteraciones características del fotoenvejecimiento y fotocarcinogénesis cutánea, pero con algunas diferencias significativas en los integrantes del último grupo. Así, en estos se observó un retraso en la presentación de las lesiones cutáneas de seis a nueve semanas con respecto a los otros grupos, además de que dos de los ejemplares no registraron lesiones tumorales. Además, el área media de las lesiones en los ratones tratados con aceite de crisálida del gusano de seda era menor en un 59,14% con respecto al grupo de control, en el que la reducción no llegó al 41%.
La tesis doctoral concluye que "esto sugiere las propiedades fotoprotectoras del aceite de crisálida, probablemente debidas a la acción de la sericina que contiene, que es un potente antioxidante". Este trabajo científico fue dirigido por los profesores de la Universidad de Murcia Francisco José Gómez García, Paloma Sánchez-Pedreño Guillén y Vicente Vicente Ortega.