En muchos lugares, hay personas que aprovechan las puertas y paredes de los baños públicos para plasmar toda clase de mensajes y dibujos de contenido altamente sexual. Aunque la lógica puede hacernos pensar que este tipo de comportamiento es relativamente moderno, una pequeña isla griega alberga una pintada erótica con más de dos mil quinientos años de antigüedad.
Al menos, eso es lo que sostiene el arqueólogo Andreas Vlachopoulos. Según leemos en el blog “Dedomedio”, este experto asegura haber descubierto una de las muestras de arte fálico más antiguas de la historia. La obra en cuestión está grabada en una roca de Astipalea, una tranquila isla del mar Egeo de apenas 1,300 habitantes.
El hallazgo de Vlachopoulos, que el arqueólogo ha datado hacia la mitad del siglo VI antes de Cristo, consiste en dos grandes penes grabados en una roca bajo los que figura la inscripción en griego antiguo “Nikasitimos estuvo aquí montando a Timiona” y que, sin duda, recuerda a los alardes de muchos adolescentes cuando comienzan a descubrir la sexualidad.
A juicio del arqueólogo, estos graffitis fueron grabados por los antiguos habitantes de la isla con el objeto de “reclamar su propio espacio en letras grandes que no simplemente expresan deseo sexual, sino que hablan del acto sexual en sí mismo”. Por ello, en declaraciones al diario británico “The Guardian”, Vlachopoulos no ha dudado en calificar estos falos como “inscripciones triunfales”, un tipo de reivindicación que no suele ser muy común, a pesar de que las relaciones homosexuales, como la que refleja la inscripción, eran habituales y aceptadas por la sociedad de la época.
Otra de las peculiaridades de este graffiti en el que Nikasitimos alardeaba de su hazaña sexual con el joven Timiona es su gran calidad y la cuidada caligrafía de la inscripción. Un detalle que demostraría que los habitantes de la isla eran capaces de escribir, a pesar de que probablemente no formaban parte de la comunidad filosófica y académica de la época.
Sin embargo, este curioso hallazgo tiene también un lado triste. Porque, si lo comparamos con las pintadas que podemos encontrar en la actualidad en multitud de baños públicos, queda demostrado que aunque hayan pasado más de 26 siglos el ser humano no ha cambiado nada.
ABC