Y no crean que resulta fácil su defensa: hay quienes le creen y tachan a sus detractores de racistas, mientras que otros piensan que es un jetas que aprovechando triquiñuelas legales, se ha colgado un sambenito de peso.
Si nos remontamos atrás en el tiempo nos situamos en Bombay en el año 1970, cuando el pequeño Shivva recibió un inesperado anuncio por parte de sus padres: “Emigramos a Estados Unidos”. Del hambre y las penurias a un incierto futuro pero rodeado de oportunidades. Tal vez fue este hambre y su condición de inmigrante, si quieren verlo así, de diferente, lo que alentó el ingenio del joven, que no tardó en destacar y presentar un sistema a la edad de catorce años que bautizó como “EMAIL”. Su proyecto fue presentado a tan temprana edad en la facultad de Medicina de Nueva Jersey, y lo que es más importante, patentado junto con la marca “EMAIL” en 1982. ¿Ya comienzan a ver por dónde van los tiros?
Han transcurrido 32 años desde la creación del correo electrónico y es ahora cuando este indio, ya completamente integrado en la sociedad estadounidense y sumando cincuenta primaveras, recuerda que fue él quien creó la estructura del correo que hoy todos usamos a diario. Bandeja de entrada, campo asunto, con copia… todo esto que nos es tan familiar, proviene del ingenio de este joven indio que llegó a Estados Unidos con lo puesto y que tuvo la astucia de registrar el asunto siendo todavía un adolescente. Así, el 30 de agosto quedó registrada en la agencia de patentes la marca “Email”, con toda la estructura que hoy nos resulta tan familiar. Esta autoría desmentiría el origen del correo electrónico en la red militar ARPANET que hasta la fecha ha sido dada como válida, sino que se trataría del invento de un inmigrante de apenas catorce años que contaba con una visión clarividente de lo que luego sería la comunicación global.
¿Un inmigrante ninguneado o un caradura avispado?
Lo cierto es que los expertos hoy en día no se ponen de acuerdo sobre el origen real del correo electrónico. Noam Chomsky reconoce que nadie ha escrito una sola línea ni se ha efectuado un sólo experimento sobre el email con anterioridad a la fecha reivindicada por Ayyadurai. Un trago amargo para los que defendían el fascinante origen del correo electrónico gracias a un red militar, una teoría que alimentaba el ego de una sociedad, la estadounidense, dominada por blancos que se resistían a admitir que fue un indio muerto de hambre quien en realidad ideó el correo electrónico. Un chaval de tez oscura y con un escasísimos recursos frente al trabajo de todo un ministerio en torno a la defensa del país. Esta teoría de racismo y egos es la que sostiene el indio para explicar la tenaz negativa a concederle lo que él considera suyo.
Pero ¿es una víctima o se trata de una artimaña fruto de su astucia? Gizmodo se apuntó sin dudarlo a lo segundo en un desgarrador artículo en el que tildaba de auténtico golfo al científico, por atribuirse la autoría basada en el registro de una patente. ¿Se hubiera armado semejante follón si Ayyadurai hubiera sido un WASP curtido en Stanford? El aludido lo tiene claro: se trata todo de un asunto con claros tintes racistas y con motivaciones económicas, pero él, por su parte, defiende al país que le dio cobijo y nacionalidad. “Se trata en realidad de la culminación del sueño americano”, afirma, “la innovación puede llevarla a cabo cualquiera, en cualquier momento y lugar”.