¿Qué pasaría si no recordáramos, por ejemplo, cuándo murieron nuestros padres o cómo se llamaba nuestra pareja? ¿O qué estábamos haciendo en una fecha memorable? ¿O quiénes eran nuestros amigos?
Parece el tema de una película, pero en realidad es la situación que enfrenta a diario la estadounidense Lonni Sue Johnson, quien tiene 64 años y vive en Nueva Jersey.
Durante tres décadas ella trabajó como artista, diseñó portadas para la revista The New Yorker e ilustró para diarios como The New York Times o The Boston Globe.
También tenía una finca, le gustaba tocar la viola y piloteaba su propia avioneta.
Pero de repente, justo antes de que comenzara el año 2008, sufrió una encefalitis severa que destruyó prácticamente todo su hipocampo, una parte del cerebro fundamental para la consolidación de los recuerdos.
Johnson estuvo al borde de la muerte y debió aprender a caminar, a comer, a hablar de nuevo.
Logró recuperarse, pero entonces comenzó una vida distinta en la que prácticamente se quedó sin pasado.
Para Lonni Sue Johnson sólo existe el presente inmediato.
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"Hacemos una actividad con ella y literalmente un minuto después de que nos detenemos, ella no se acuerda".
Quien habla es Michael McCloskey. Él estudia el déficit cognitivo en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, y desde hace cinco años trabaja con Johnson para tratar de resolver algunas de las preguntas más importantes sobre nuestro cerebro, sobre cómo creamos nuevos recuerdos y cómo preservamos nuestras experiencias viejas.
McCloskey ha realizado pruebas cognitivas con Johnson y su familia en su casa en Nueva Jersey y le explica a BBC Mundo que su caso es realmente extraño y, por ello, muy valioso desde el punto de vista científico.
"Se ha estudiado a muchos individuos con deficiencias en su memoria como resultado de daños cerebrales, pero ha habido muy pocos que han tenido esta casi completa destrucción del hipocampo", dice.
Eso afecta, en el caso de Johnson, tanto su capacidad para recordar aspectos de su vida como sus habilidades para aprender algo nuevo.
"No implica que ella se haya olvidado de quién es, su identidad, pero sí la pérdida de sus recuerdos y también muchos de sus conocimientos generales", explica.
Así, ella reconoce a algunos miembros de su familia, puede distinguir elementos puntuales de su vida (como cuál era su trabajo o dónde vivía) y sigue dibujando aunque de manera mucho más sencilla.
En la actualidad, Johnson pasa buena parte de su tiempo creando sopas de letras ilustradas, una actividad que según su familia ha sido fundamental para ayudarle a recuperar su creatividad y acomodarse a su amnesia.
Pero otros temas se han borrado de su cerebro, como por ejemplo que su padre murió casi dos décadas antes de su enfermedad.
"Estuvo casada por casi diez años, pero no se acuerda de nada, ni siquiera sabe con quién estaba casada", agrega McCloskey.
BBC Mundo estuvo en contacto con los familiares de Johnson, quienes entregaron fotografías y documentos sobre su caso, pero prefirieron no hablar públicamente de Lonni Sue.
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Barbara Landau, experta en ciencias cognitivas en Johns Hopkins, trabaja con McCloskey en la investigación sobre Johnson.
Ella le dice a BBC Mundo que el primer objetivo que se plantearon fue tratar de entender la magnitud de su amnesia, es decir, cuánto había perdido de su conocimiento previo en temas del día a día (como los deportes) o en áreas que ella conocía más (como pinturas famosas).
"Documentamos pérdidas extensas en esas áreas", dice Landau.
El siguiente paso consistió en analizar el impacto de su amnesia en áreas relacionadas con sus habilidades específicas: cómo crear una pintura, cómo aprender a tocar la viola, cómo manejar un auto.
Lo que encontraron los sorpendió, pues fue un contraste con el primer estudio.
"En las áreas donde había una habilidad, ella es capaz de recordar algo de información", dice. "Y no es simplemente cómo hacer estas cosas, pues ella responde a preguntas sobre conocimiento musical, cómo cuidar su viola o cómo interpretar las señales para conducir un auto".
Esto les demostró a los dos científicos que este tipo de aprendizaje todavía es posible si una persona prácticamente carece de hipocampo.
Además, les permitió entender que algunas de las partes del cerebro que se cree son importantes para aprender cosas nuevas también son relevantes para preservar conocimientos viejos.
McCloskey y Landau actualmente están preparando algunas publicaciones nuevas sobre de Johnson y siguen en contacto con ella y su familia.
"Lo que estamos aprendiendo es que la memoria es extremadamente compleja", concluye Landau.
BBC