El criminal, ¿nace o se hace? ¿Lleva el delincuente violento una marca de origen? Un estudio realizado por un equipo del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) ha indagado en esta cuestión y la respuesta es inquietante. Según los investigadores del estudio, publicado en la revista Molecular Psychiatry, las variantes de dos genes concretos están relacionadas con la propensión a cometer crímenes violentos.
Según explica Jari Tiihonen, profesor del departamento de Neurociencia de la institución sueca y principal autor del estudio, «más del 50% de los delitos violentos graves cometidos en países desarrollados pueden explicarse por razones genéticas. Nuestro estudio sugiere que estos genes podrían estar involucrados en un 10% de los crímenes».
Mientas que uno de los genes, llamado CDH13, contribuye al desarrollo de las conexiones neuronales del cerebro y está asociado al Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), el segundo gen, MAOA, se encarga de metabolizar la dopamina, sustancia relacionada con las emociones fuertes tales como el amor y la violencia.
La variante de MAOA cuya absorción de dopamina es demasiado baja –llamada "gen del guerrero"– tiene como consecuencia una mayor atracción por las situaciones de riesgo y un aumento del comportamiento violento.
Para los autores, el consumo de sustancias como el alcohol –que contribuye a la liberación de dopamina en el cerebro– influye en el comportamiento agresivo. “La mayoría de los delincuentes se encuentran bajo la influencia de una sustancia psicoactiva en el momento del homicidio, mayoritariamente alcohol”, explican los investigadores.
Más del 20% de los individuos del mundo son portadores de mutaciones de bajo riesgo de estos genes. “Aunque poseer una combinación de alto riesgo aumenta en 13 veces el peligro de desarrollar comportamientos violentos, la gran mayoría de los individuos que lo poseen no llegan a manifestarlo”, comenta Tiihonen.
Los hombres, más violentos
El equipo de investigación ha analizado los genes de 895 delincuentes fineses condenados por crímenes violentos. La correspondencia entre el comportamiento agresivo y las mutaciones genéticas fue mayor en los grupos de individuos que habían cometido dos o más crímenes, y sin embargo, no se encontraron variaciones significativas en los genes del grupo de control de delincuentes no violentos.
Los estudios genéticos indican que el “gen del guerrero” es mucho más habitual en hombres que en mujeres. Esto se debe a que las hembras tienen dos cromosomas X, por lo que si esta variación se aloja en uno de ellos, es muy probable que se compense con el gen del cromosoma gemelo. Sin embargo, los varones tienen únicamente un cromosoma X, por lo que esta mutación no puede ser subsanada.
Un fármaco para no reincidir
A la hora de prevenir conductas violentas, los investigadores consideran que los resultados obtenidos son muy débiles para ser usados en estrategias de prevención o para dictar sentencia. Para Tiihonen lo único que debe tenerse en cuenta en un juicio es “la capacidad mental para entender la naturaleza y consecuencias de los hechos y la capacidad de controlar el propio comportamiento”.
Sin embargo, según el investigador, esta predisposición genética podría ser útil para el tratamiento de estos delincuentes. "Para prevenir conductas reincidentes, el preso podría disfrutar de una reducción de condena con la condición de tomar disulfiram –medicamento para evitar la ingesta de alcohol– como parte de la libertad condicional”.
ABC