La investigación -hecha pública por la revista «Current Biology»- ha sido recogida por varios medios internacionales y se ha basado en una serie de estudios previos que ya habían probado que el aprendizaje del lenguaje activa los circuitos corticales del cerebro. Sin embargo, los expertos han conseguido demostrar en este caso que las zonas relacionadas con las recompensas y el placer juegan un papel determinante en el proceso del estudio de un nuevo idioma.
«El objetivo del trabajo era analizar hasta qué punto aprender un lenguaje podría activar estos circuitos del placer y la recompensa. Por otro lado, que el lenguaje se haya podido sustentar en circuitos de este tipo es una hipótesis interesante desde el punto de vista evolutivo», destaca uno de los principales investigadores del estudio. Este descubrimiento explicaría, además, por qué las personas adultas mantienen el interés por aprender idiomas en su vida adulta y determinaría el instinto que tienen lo seres humanos por comunicarse.
En la investigación –cuyos resultados podrían ser de gran ayuda para personas con severas deficiencias de aprendizaje a nivel lingüístico- los expertos sometieron a 36 personas adultas a dos resonancias magnéticas. Tras las pruebas, comprobaron que los mismos circuitos que se activan a la hora de apostar dinero, comer o practicar sexo son los mismos que aquellos que se utilizan cuando se está estudiando un nuevo idioma. Finalmente, también llegaron a la conclusión de que la información que tiene cierta importancia a nivel emocional para el sujeto es más fácil de aprender.
ABC