El patrón es tan estable que no se altera prácticamente con ningún factor de riesgo, ni los que los autores llaman modificables (la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la dislipidemia y el tabaquismo) ni los que no lo son (edad, sexo). Las dos grandes excepciones son que “los casos con diabetes presentan el pico de menor amplitud más tardío y los casos de tabaquismo invierten el pico máximo de incidencia, siendo el pico vespertino de mayor amplitud que el matinal”.
El estudio ha recogido datos de 709 pacientes atendidos entre el 1 de enero de 2001 y el 31 de diciembre de 2009.
La constancia de los datos apunta a factores fisiológicos que también obedecen a ritmos circadianos como principal desencadenante de los procesos. Por ejemplo, los autores mencionan que por la mañana la sangre es más viscosa y aumentan “los valores plasmáticos de fibrinógeno e inhibidores del plasminógeno”, lo que provoca un estado de “hipercoagulabilidad”. También hay una mayor segregación de catecolaminas (unos neirotransmisores) y se produce el cambio postural de tumbado a de pie.