España acomplejó al campeón de Europa con un fútbol notable, soberbio por momentos, que no terminó en victoria gracias a Cristiano Ronaldo y De Gea (3-3). El capitán de Portugal fue un constante dolor de muelas para los nuestros, recibiendo, golpeando y arengando, para cerrar el partido con tres goles. De Gea, por su parte, vivió su peor noche como profesional: regaló el segundo gol de Portugal, hizo la estatua en el tercero y se mostró inseguro durante todo el partido. Con todo, España controló el juego, creó más ocasiones e hizo sudar sangre a Portugal, que solo pudo empatar de falta en el último minuto.
Los de Hierro comenzaron pagando los pecados de una semana marcada por la incertidumbre y los momentos emotivos. En el primer balón que recibió cerca del área, Cristiano tiró una bicicleta hacia fuera y Nacho, cándido, le dejó la pierna para que se sirviese. Penalti y gol ante un De Gea que estaba en el suelo cuando el luso ejecutó la pena máxima. El tanto fue catártico. España, ya en el peor de los escenarios, comenzó a mover el balón como sabe, como debe: con Silva partiendo las líneas rivales, Iniesta apurando el último pase e Isco creando el pánico en los centrales.
Portugal fue haciéndose más y más pequeña, encogida como un acordeón, tratando de capear el temporal con dos centrales, Fontes y Pepe, que ya no están para estos trotes. Aguantó hasta el 23 y sucumbió como menos pensaba: con un pase largo a Diego Costa, que se lo pensó hasta tres veces antes de acomodársela a la diestra y ajustársela al palo a Rui Patricio. Rocchi, el árbitro italiano, recurrió al VAR para revisar el manotazo de Costa a Pepe, que existió, pero el gol subió al marcador.
Lo que vino después y hasta el descanso fue un festival de España, que echó de menos, otra vez, un punta de instinto, de los que no necesitan levantar la cabeza para enchufarla. Silva primero, Isco después, con un tremendo disparo que recordó al de Míchel en México, pero sin entrar, y por último Koke tuvieron el segundo en las botas. Hasta que llegó el que tiene más instinto del planeta, Cristiano, descaparecido desde el penalti, la pegó con la izquierda mansa y De Gea, como un flan, se la introdujo en la portería. España, con un 65% de posesión y las mejores ocasiones del primer tiempo, se fue al vestuario con un resultado que no era el suyo.
La segunda parte fue más de lo mismo: triangulaciones rápidas que desbordaban una y otra vez a la zaga lusa. A los diez minutos de la reanudación, y de nuevo de forma inesperada, Silva botó una falta al segundo palo, Busquets la picó sobre la línea y Diego Costa, como un toro de lidia, se metió con el balón a la portería. Segundo del hispano- brasileño, que aportó de cara y de espaldas a portería.
Seguió apretando España, con Ramos y Piqué empujando a los lusos contra su área, ejecutando la versión más ofensiva del 4-5-1, hasta que en una jugada de banda el balón salió rechazado y le cayó a Nacho. El alcalaíno, con la cruz de un penalti en su tercer minuto como mundialista, echó el cuerpo atrás y le pegó cortada al segundo palo con una parsimonia impresionante. Si se fijan en la repetición, lejos de quitársela de encima, Nacho corre a celebrar el gol antes de que supere la línea.
Y, cuando todo parecía acabado, con Isco haciendo trizas el centro del campo portugués y Iago Aspas a la espera de su minuto de gloria, Piqué zancadilleó a Cristiano en la frontal y llegó el empate. El delantero del Real Madrid la puso por encima de la barrera y De Gea se limitó a mirarla entrar. El meta del United dudó en todos los balones peligrosos y falló estrepitosamente en los que implicaban la menor complicación. Hierro tiene un motivo de preocupación bajo palos, porque el chaval ahora mismo no está ni para darle la mano a Pedro Sánchez.
A final, 3-3 en un partido vibrante, lleno de ocasiones, en el que España puso el juego y Portugal la pegada. La buena noticia es que España, cuando carbura, es un equipo irresistible que te derriba como Mohamed Ali, a base de pequeños pero fugaces puñetazos en el hígado. La mala, que es vulnerable ante bombarderos como Cristiano Ronaldo, que junto a De Gea empañaron lo que podía haber sido un festival español a orillas del Mar Negro.