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Domingo, 18 Junio 2023 14:46

Alonso, segundo en Canadá, más cerca que nunca de Verstappen

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La sexta victoria del curso para Verstappen podría invocar al error de pensar que fue como siempre. Intratable el neerlandés, el Red Bull volador y demás, pero la realidad decreta otro horizonte.

Hubo nueve segundos de diferencia entre el líder del Mundial y su tenaz perseguidor, Fernando Alonso, el hombre que no desfallece. Otra estupenda carrera del español, sin fallos, una roca en su desempeño en Canadá, más cerca que nunca de Verstappen.

El español exprimió las mejoras del Aston Martin, mantuvo a raya a Hamilton y logró el sexto podio en ocho carreras. Superior. Carlos Sainz, en una buena estrategia de Ferrari, acabó quinto.

Es el triunfo 100 de Red Bull, secuencia superlativa de un equipo que se ha hecho gigante. Y la victoria 41 de Max Verstappen, que iguala a un mito de este deporte como Ayrton Senna. Y son tres campeones del mundo en el podio de Montreal, Verstappen, Alonso y Hamilton, una imagen digna de una gran carrera.

Avanza el Mundial de Fórmula 1 y el diagnóstico permanece inalterable desde que la temporada arrancó en Baréin. Fernando Alonso es el primer candidato a recoger cualquier migaja que pueda abandonar Red Bull en el camino.

Es un duelo estelar entre dos gigantes, Max Verstappen y Fernando Alonso, que no fallan ni se equivocan ni conceden nada salvo que sus coches digan lo contrario.

Pase lo que pase, Verstappen siempre está. Con lluvia, en seco, en circuitos urbanos, en pistas rápidas, en todo tipo de circunstancias. Es un piloto con alma de tiburón, siempre a la caza de la presa y sin contemplaciones. O gana él o no hay partido.

En Montreal, con una pole conquistada a fuerza de ley en la lluvia, Verstappen sale bien.

Mantiene el liderato, sin regalar un metro, sin conceder mínima ventaja a sus adversarios. A Alonso se le atraganta la puesta en marcha ante un Hamilton con más tracción en su Mercedes. Escala el británico a la segunda plaza en la primera curva y el español queda empaquetado en un sandwich con los dos Mercedes, Russell al acecho por detrás.

Stroll no es lo mismo A excepción del desajuste de Barcelona, donde Aston Martin sufrió por los motivos que fuesen en la vida de los neumáticos, Alonso ha dado la talla en toda situación.

A diferencia de su compañero de equipo, Lance Stroll, que conduce el mismo coche y no es capaz de sacar ni similar rendimiento.

El sandwich de Mercedes no inquieta a Alonso, quien se mueve con la misma prestancia. Sí ocasiona daño moral y físico en Russell, el compañero de Hamilton, que choca contra uno de los muros, provoca un coche de seguridad y tiene que poner rumbo a la profundidad del pelotón.

Alonso exprime las virtudes del Aston Martin en el adelantamiento de la carrera, una pasada a Hamilton en zona de DRS por los viejos tiempos. El español no duda, el Mercedes tiene menos velocidad, las mejoras del Aston Martin en Montreal funcionan.

La premisa principal de la carrera es que la distancia entre Verstappen y sus perseguidores, Hamilton y Alonso, no es tan notable como en las carreras anteriores. El neerlandés se marcha cuatro o cinco segundos, pero no la veintena de principio de temporada. 'Checo' Pérez, que sale muy retrasado, tampoco supera rivales con facilidad. Se puede empezar a soñar con que el Red Bull no es intocable. Se aprecia en los tiempos por vuelta. Alonso iguala muchos parciales con Verstappen, no hay un décima a décima en cada sector a favor del líder del Mundial.

En un determinado momento, mientras conversa con su ingeniero sobre la táctica a seguir, Alonso suelta lo que le pide el cuerpo. «Quiero ganar esta carrera, compañero», dice por la radio.

Ve a Verstappen al fondo de la recta, a cinco segundos, no desaparecido e inabordable a medio circuito de diferencia. Por primera vez en la temporada, más que nunca tal vez, más que en Mónaco incluso, la victoria 33 es ilusión mezclada con realidad. Pese a que aprieta como un demonio, Verstappen no se pasea con el codo en la ventanilla. Tiene que hacer vueltas rápidas para mantener la distancia con Alonso, a quien atosiga de nuevo Hamilton, recuperado con los neumáticos amarillos.

Ferrari acierta en la estrategia. Con el coche de seguridad generado por el accidente de Russell, los dos coches rojos permanecen en pista sin cambiar ruedas y avanzan posiciones. Tino total porque las ruedas medias aguantan.

Leclerc es cuarto y Carlos Sainz quinto. El madrileño, tímidamente, asegura en algún momento que tiene más ritmo.

Es un eufemismo para pedir permiso y adelantar a Leclerc. Los capos de Ferrari bajan el pulgar. Sainz no puede atacar a su compañero. Un detalle marca la diferencia en la pugna entre Alonso y Hamilton, en pos de la segunda plaza y en un hipotético rebote si falla Verstappen o algo sucede por delante.

Hamilton pone neumáticos amarillos (medios) en su segunda parada y Alonso tiene que montar grises (duros) porque no le quedan amarillos. Hamilton se aproxima vuelta a vuelta, llega a las últimas diez a menos de dos segundos del asturiano.

Los ingenieros, siempre el alma gélida de este deporte, avisan a Alonso que su enemigo se aproxima. «Hamilton, a 1,9 segundos», le dicen al ovetense.

«Entendido, déjamelo a mí», contesta él en un mensaje que se escucha en todo el mundo.

Esa advertencia equivale al fin de las esperanzas para Hamilton. No hay opción de alcanzar al español, que abandona la gestión de neumáticos y cualquier precaución hasta la fecha y se lanza a una carrera voraz para evitar que le arrebate el segundo puesto.

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