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Miércoles, 16 Abril 2025 10:35

Un Real Madrid huérfano de fútbol consuma su desastre europeo y cae ante el Arsenal en cuartos

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Con ganas e intensidad, pero sin un ápice de buen juego.

Así cae eliminado el Real Madrid, que no estará en las semifinales de la Champions League por primera vez desde el 2020.

Se soñaba con la remontada y todo acabó en otra derrota. El Real Madrid no estará en las semifinales de la Champions League.

Acudió a la vuelta de los cuartos contra el Arsenal con ansias de remontada y, finalmente, volvió a perder contra los de Mikel Arteta (1-2, 1-5 en el global). Huérfano de fútbol, al equipo de Carlo Ancelotti solo le quedaba el corazón. No era suficiente, ni siquiera se quedó cerca. El Madrid cayó, en resumen, porque el Arsenal demostró ser muy superior en los 180 minutos de eliminatoria.

El proyecto de Ancelotti queda tocado de muerte, con LaLiga y la final de Copa del Rey contra el Barça como única esperanza. Thibaut Courtois fue de nuevo el mejor jugador blanco, desactivando las mejores ocasiones de los gunners, incluyendo un penalti parado a Saka.

El extremo inglés se desquitó del fallo en la segunda mitad con un gol que heló al Santiago Bernabéu. Vinícius Jr, el que más lo intentó arriba, firmó el tanto de los locales después de un error grosero de Saliba. A última hora, Martinelli sentenció en un contrataque. Al Real Madrid esta vez no se le puede recriminar esfuerzo, sí falta de juego y de trabajo táctico.

Para mayor drama, Kylian Mbappé abandonó el encuentro lesionado y entre pitos. Es la primera vez desde la temporada 2019/20 que no se alcanzan las semifinales de la Copa de Europa.

El desastre del Emirates se confirmó en el estadio. l aficionado cumplió a rajatabla el proceso para creer. Negación inicial, "y si..." con el paso de los días, y desenfreno final en forma de un optimismo exacerbado que solo un madridista puede exhibir sin parecer necio. Les tocaba el turno a los jugadores, ellos que llevaban toda la semana deslizando sus ganas de revancha tras el revolcón del Emirates. En el fútbol, una semana para curar heridas es mucho tiempo.

Pero lo del Madrid no eran cortes superficiales. Corazón, pero poco fútbol Como aquella vieja melodía conocida para el Santiago Bernabéu, el Real Madrid salió en tromba. En el minuto 2, el primer grito se oyó por la Castellana. Un gol anulado a Mbappé, aunque era un impulso más emocional que realista. El francés estaba claramente adelantado en la pelota de Vinícius y se permitió el lujo de meterla con el hombro.

El tanto era un absurdo, la arenga era perfecta. Las malas noticias llegaron pronto. Lucas Vázquez se mostró torpe con la pelota y Alaba se cargó de amarilla demasiado temprano por una dura entrada contra Saka al parar un contrataque.

El joven extremo inglés, además, probó a Courtois en un par de ocasiones. Una de ellas provocó un córner aparentemente inofensivo. Y tiempo después, el francés François Letexier recibió la llamada del VAR. Un agarrón tonto de Raúl Asencio a Merino... De esos penaltis que se pitan ahora, que nadie entiende demasiado. Torpe el canterano y amarilla.

Necesitaba el Madrid a su héroe y ahí estaba Courtois. Se disponía a tirarlo Odegaard y, instantes antes, Saka pidió el penalti. Esas cosas nunca suelen salir bien. El inglés se la jugó con una panenka al lado y el gigante belga le leyó las intenciones. Fue celebrado como un gol por el Bernabéu y no era para menos.

Es imposible entender cualquier éxito madridista sin su portero. Más corazón que fútbol, como se podía pensar. Faltaba criterio, pero la actitud y las piernas de los futbolistas del Real Madrid no tenían nada que ver con lo exhibido en el partido de ida. Vinícius y Mbappé protagonizaban las jugadas.

En un centro sin demasiado peligro, llegaría el turno de los blancos. El árbitro francés no se pensó un agarrón de Declan Rice a Mbappé. Era leve, levísimo, y el galo se dejó caer.

Era el minuto 22 y hasta el minuto 28, no hubo resolución del VAR. Fue Letexier a verlo en pantalla, y pese a las dudas por un posible fuera de juego, corrigió la decisión por la poca gravedad del agarrón.

El Real Madrid acabó frustrado El drama real es que el paso de los minutos por estos absurdos tiempos de espera iban en contra del Real Madrid. Necesitaba el conjunto de Ancelotti generar ocasiones, faltaban ideas.

En el 35, llegó una amarilla a David Raya por pérdida de tiempo. Se la estaba mereciendo todo el Arsenal desde el inicio. Los de Arteta llevaban la lección bien aprendida de ese otro fútbol. Muy poquito a poco, cogía confianza a la vieja usanza: centros laterales y peligro área en balones parados. Dieron siete de descuento, por el tiempo perdido, el Bernabéu pedía más.

Creció el Arsenal en el extra, con Courtois tapando un chut de Martineli. Al descanso, los Ancelotti le daban vueltas a la libreta.

El Madrid había generado sensación de peligro, no peligro real. Ni un solo disparo a portería. Así era casi imposible. Ceballos esperaba su turno. La segunda mitad comenzó con eneryía, que diría Carletto. Bellingham pedía el balón en zona de creación.

Buena noticia. Pero faltaba más, faltaba fútbol. Necesitaba otras botas el equipo, con el Arsenal ganando metros.

El primer disparo a puerta fue una tímida rosca de Vini, quien antes había malogrado un contraataque peligroso.

Asencio, por cierto, le ganó una carrera a Saka en una acción al límite.

Minuto 60 y triple cambio del Madrid: Ceballos, Endrick y Fran García por Rodrygo, Alaba y Lucas Vázquez.

Todavía creía el estadio, cada vez era más difícil. Media hora para el milagro. Endrick, nada más entrar, se comió un caño de su compatriota Martinelli. La ansiedad se apoderó del Real Madrid, precipitado y sin generar.

Sí lo hizo el Arsenal, sacando partido a sus futbolistas de mayor talento.

Lo cocinó Odegaard y lo ejecutó Saka, picando una pelota a Courtois que apuñaló el alma del madridista.

Dos minutos después... pasó eso que suele pasar en el Bernabéu. Saliba se durmió en su propia área, Vini rebañó y marcó a portería vacía. 1-1 y 22 minutos, más el descuento, por delante.

El Arsenal hacía lo suyo, posesión larga y pérdida de tiempo en cada ocasión. Lógico para sus intereses.

El Madrid, por su lado, soñaba con el tejado sin tener ningún cimiento. Para mayor drama, Mbappé se echó mano al tobillo derecho. A la enfermería. Triste despedida de la Champions del francés, que encima se llevó pitos del estadio.

Ancelotti quitó a Asencio para soñar con Modric. Brahim Díaz ocupó el puesto de Kylian.

Los últimos minutos ni siquiera fueron un asedio. El Arsenal aguantó el tipo con solvencia.

Odegaard, que se marchó como un crio de la capital, regresó como todo un capitán y así ejerció sobre el campo. El destino fue aún más cruel para el madridista.

Martinelli ajustició la superioridad del Arsenal con un gol en los instantes finales.

El Madrid se despide de la Champions League por los problemas futbolísticos que lleva toda la temporada padeciendo. No supo dar con la tecla Ancelotti. Los desastres europeos se pagan caro en el Santiago Bernabéu.

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