Platicando con algunos luchadores (quienes pidieron el anonimato), es lamentable confirmar que ninguna empresa o promotora luchística presta algún tipo de seguridad social para quienes son la materia prima de sus funciones.
Normalmente, las compañías más reconocidas cuentan con un médico de cabecera. Sin embargo, este servicio suele ser insuficiente y sólo se limita al interior de las instalaciones de la arena u oficinas.
Cuando algún luchador sufre algún accidente, los responsables de las funciones suelen llevan al gladiador a un hospital o médico privado, pagando los gastos por algunos días o dependiendo la gravedad. Ya en situaciones más extremas, es el luchador quien tiene que pagar las curaciones y medicinas de su propia bolsa.
Es por esa razón que se realizan muchísimas funciones a beneficio de algún compañero caído, pues solventar una larga convalecencia (y más en el ambiente independiente) es muy difícil, sobre todo, si “Doña Lucha” es la única fuente de trabajo con la que se cuenta.
Conociendo lo anterior, indigna saber que las empresas de lucha más grandes en México (AAA, CMLL) no brinden un seguro social o gastos médicos mayores, tan básicos e imprescindibles en cualquier negocio establecido legalmente.
Si esto sucede con las promotoras de renombre, imagínense como les irá a los luchadores independientes, tanto los que tienen proyección, como los que no, quienes llegan a luchar en lugares que no cuentan, ya no digamos con una ambulancia, ni siquiera con una camilla o botiquín de emergencia.
Ni que decir de las funciones de lucha extrema, donde los estetas pueden llegar a sufrir heridas muy profundas.
Inevitable no recordar a algunos personajes que sufrieron lesiones realmente fuertes, como por ejemplo:
Huracán Ramírez (en una de sus múltiples versiones), quien después de un lance en la López Mateos de Tlalnepantla, se golpeó brutalmente la cabeza y nunca más volvió a luchar.
Gronda I (Grond XXX) tuvo una lesión realmente espeluznante, pues sufrió fractura de tibia y peroné. Posteriormente volvió a luchar y en el 2010, un vuelo hacia afuera del ring le provocó fractura de rotula, retirándose por un largo tiempo. En la actualidad lucha esporádicamente.
Cómo olvidar al enorme Pentagón (Jesús Andrade) quien en los noventas, durante una lucha con AAA, quedó tendido en la lona después de una pasada, lo que le provocó serios daños neuronales, dejando el pancracio de manera definitiva.
Estos casos, ocurridos en distintas épocas, ponen en evidencia la falta de acciones (a lo largo de los años) para garantizar mejores servicios de salud por parte de los responsables del pancracio mexicano, aunque se han hecho esfuerzos para cambiar este negro panorama.
En 2013, la Comisión de Lucha Libre del D.F anunció un convenio con el GDF para inscribir a todos los luchadores al Seguro Popular (Red Ángel), teniendo derecho a servicios de salud como consultas, medicinas gratuitas y algunas cirugías (en caso de ser necesarias).
Lo mejor de todo es que este servicio es para todos los luchadores y sus familias, no importa en qué empresa o promoción trabajen.
Cabe resaltar que este ha sido el esfuerzo más loable en pro del luchador, con todo y las carencias que padece el sector salud. Es una lástima que esta ayuda sólo se aplique en el DF.
Esta conducta deberían adoptarla las distintas comisiones en los estados de la república, quienes al ser parte de una instancia gubernamental, tienen la obligación de buscar algún servicio médico para sus agremiados.
Finalmente, este tema nos reafirma a los que sabemos e ilustra a los que no creen, que los golpes y caídas que vemos arriba del cuadrilátero son reales. Y si bien es verdad que la lucha libre es un deporte espectáculo, es una actividad de alto riesgo que requiere de una ardua preparación física y emocional, por lo que un seguro médico, es indispensable para atender a los ídolos del ring de manera oportuna.
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