Por todos en Washington es sabido que la famosa casa de la película 'El exorcista', junto a sus tétricas escaleras que bajan a una gasolinera abandonada, se encuentran en la parte baja del lujoso barrio de Georgetown, cara a Virginia.
Así que la sorpresa del matrimonio Rockey-Harris fue mayúscula cuando en 2020 compraron una casa de tres dormitorios y tres baños a 15 kilómetros de ese lugar y descubrieron que la suya era en realidad el verdadero sitio donde se dio la presunta posesión demoniaca más famosa de la historia. Ben Rockey-Harris y Danielle Witt tenían algunas pistas, vagas, antes de cerrar el trato.
La casa costaba 377.000 dólares, bien por debajo del valor estimado de mercado de casi 500.000. Hasta le habían rebajado unos 50.000 dólares semanas antes, señal de que no se vendía. Los vendedores aceptaron la oferta de la pareja rápidamente, algo ciertamente fuera de lo normal en el mercado inmobiliario de la capital norteamericana, donde se opera con pujas y contraofertas.
Una vez se mudó, el matrimonio se dio cuenta de los visitantes, que siguen apareciendo a día de hoy. Basta pasar un rato en la calle. Son a veces grupos que miran desde la calle, apuntando a las ventanas y al piso superior.
También vienen individuos, algunos vestidos de negro, que paran y toman una foto, para salir pitando después, como quien vio un fantasma. Los coches se ralentizan, caras curiosas pegadas a la ventanilla, como quien pasa por delante de la Casa Blanca. Del matrimonio comprador fue ella quien buscó en internet la dirección de la casa y el barrio, Cottage City, en el estado de Maryland, y descubrió que su dirección figuraba como la del niño que inspiró la novela y la película de 'El exorcista'. Un periodista local había revelado la dirección en una revista de 1999, y desde entonces, movidos por foros ocultistas y cinéfilos, turistas de todo calado han peregrinado sin cesar hasta esta misma esquina, que en nada se diferencia de cualquier otro anodino suburbio washingtoniano, todo césped y árboles. Los vecinos saben de la historia.
Aún perdura en la memoria de los más viejos la historia del niño Ronald Hunkeler , que hasta llegó a la portada del diario 'The Washington Post' en 1949, con el titular escandaloso 'Cura libera a niño de Mount Rainier de supuesta posesión del diablo'. Espantados, durante décadas los vecinos del barrio trataron de ocultar la dirección de la casa.
A quien preguntaba, se le decía que había sido demolida, se inventaron que la dirección era en el 3210 de Bunker Hill, a un kilómetro de la casa verdadera, y que es un descampado con una pérgola. En los 80, una década de crimen y abandono en la América urbana, y de grandes taquillas del cine de terror, se creó aquí un mito: la calle Bunker Hill, la de la dirección falsa, estaba endemoniada.
Se sucedían los homicidios, los tiroteos, los incendios, las muertes súbitas. Todo ello, alrededor del descampado donde se suponía que había estado la casa con el niño poseído. El 'Washington Post' volvió a la carga, titulando en 1985: 'Muertes violentas atemorizan el sitio del ‹El exorcista›'. La casa original, en realidad, seguía en pie, como seguía vivo el niño que fue exorcizado.
Tras años de secretismo y misterio, su nombre salió a la luz tras su muerte en 2020. Se trata de Ronald Hunkeler, fallecido a los 85 años. Se ganó hasta 2001 la vida como ingeniero de la NASA, y vivió toda su vida no muy lejos de la casa de su niñez, en el mismo estado de Maryland. Aunque Hunkeler se dedicó toda su vida a ocultar que él era el niño exorcizado, su historia, con el pseudónimo genérico de John Doe, quedó reflejada en un pequeño informe titulado 'Estudio de padres jesuitas', que narra hechos supuestamente acontecidos en 1949.
Exorcismo real El niño, según ese librito escrito por un cura, jugaba a hablar con espíritus con su tía Harriet, quien murió. Fue llevado ante un pastor protestante porque decía escuchar arañazos y golpes, y veía muebles volando. Según el documento, aparecieron rasguños sobre la piel del niño y este se volvió violento.
Por eso fue llevado al hospital de la universidad jesuita de Georgetown, donde fue examinado detenidamente por psiquiatras, pero no se le encontró dolencia alguna. Según explica hoy el profesor de psiquiatría Richard Gallagher, «los psiquiatras y los profesionales de la salud mental en general suelen encontrar pacientes que simplemente imaginan que son acosados por espíritus o experimentan síntomas como alucinaciones auditivas de voces demoníacas, y por lo tanto, es natural que puedan creer que todos los informes de personas que experimentan ataques demoníacos son falsos». Gallagher, sin embargo, sí cree que se dan casos de posesión: «Yo conozco a muchos psiquiatras religiosos en EE.UU. y en todo el mundo que creen, lo mismo que yo, en la existencia de espíritus malignos y posesiones».
El doctor Gallagher ha trabajado extensamente en el campo de la psiquiatría y la espiritualidad.
Obtuvo su título de médico en la escuela de medicina de la universidad de Yale y se especializó en psiquiatría en Princeton. Ha argumentado en estudios como 'Enemigos demoníacos' (en español, en Ediciones Obelisco) que los exorcismos son válidos en ciertos casos extremos donde «no se puede explicar la conducta del individuo con la psiquiatría tradicional».
Basado con hechos reales Se crea, como el doctor Gallagher, o no, es un hecho que el pequeño Ronald Hunkeler fue sometido a un exorcismo en 1949 por los jesuitas en Misuri, donde se mudó temporalmente con su familia. Tras su recuperación, se hicieron cinco copias del diario sobre su caso. Un estudiante de Georgetown, William Peter Blatty, se enteró del exorcismo en la facultad, y decidió escribir una novela y un guion de cine. Cambió el nombre, la edad, el sexo y la localización del hecho real. La víctima en la ficción sería la niña Regan McNeil, de 12 años, hija de una actriz, quien viviría en Georgetown.
Según el profesor Gallagher, que ha investigado numerosos casos como este, la novela es fiel a lo que él dice haber averiguado a lo largo de los años. Según dice, Blatty, el novelista, «incluyó muchas características reales del caso, atribuidas a Regan, incluyendo que Ronald había usado la tabla ouija, que fue evaluado en un hospital durante un tiempo sin mostrar un diagnóstico psiquiátrico creíble, que entraba en trances inexplicables, y que demostraba extraños mensajes en la piel que aparecían espontáneamente en su cuerpo».
Sin embargo, Blatty también incorporó una serie de detalles de otras supuestas posesiones que había leído en sus pesquisas. Incluso trató con un reconocido arqueólogo y exorcista en Beirut. Según dice el profesor Gallagher, él ha entrevistado a unas 35 víctimas de posesiones o testigos que le han descrito cosas similares a las de la novela y la película: «Por ejemplo, las levitaciones que ocurren antes o durante los exorcismos». «También un detalle sensacionalista [de la novela] sobre cómo la cabeza de Regan giraba 180 grados, pero, sorprendentemente, episodios bizarros, anatómicamente imposibles, han sido reportados en un gran número de casos genuinos a lo largo de la historia», opina.
«Quizás lo más significativo para la trama de Blatty fue que incorporó como parte de la historia la acción al final donde el joven sacerdote que se sacrifica, el padre Karras, retó al demonio a salir de Regan y poseerlo a él en su lugar. Este detalle también se basó en otro caso famoso en que intervino un sacerdote llamado padre Jean-Joseph Surin en Francia en el siglo XVII, que hizo exactamente lo mismo», añade.
Surin fue un sacerdote jesuita y místico francés conocido por su participación como exorcista en un famoso caso de supuestas posesiones demoníacas de las monjas ursulinas de Loudun.