Brad y Michelle Lund Disney, que así se llaman, debían recibir gradualmente su herencia, en su 35, 40 y 45 cumpleaños. Sin embargo, ambos han corrido distinta suerte y eso les ha llevado a enemistarse y a iniciar una guerra que parece no tener fin.
Los fideicomisarios encargados de administrar su herencia recibieron instrucciones claras de retener los pagos si creían que alguno de los niños, que hoy tienen la nada infantil edad de 43 años, no había demostrado la madurez y la capacidad financiera para gestionar y utilizar dichos fondos de manera “prudente y razonable”. Ese fue el caso de Brad, la circunstancia que lo puso en pie de guerra contra esos administradores y contra su propia hermana.
Sintiendo que lo trataban injustamente, Brad llevó el caso a los tribunales de California respaldado por su padre, Bill Lund, un promotor inmobiliario que se casó con Sharon Disney en 1968, de la que se divorciaría nueve años más tarde.
Bill no sólo fue yerno de Disney, sino que ayudó a construir DisneyWorld y vivió la muerte de Sharon, el 16 de febrero de 1993, como si siguiese casado con ella. El padre de los mellizos intentó dejar claro, desde el principio, que no se trataba de “Brad contra Michelle”, sino de “Brad contra los tutores de su herencia”. Sin embargo, no ha podido evitar que crezca el cisma entre sus hijos, acrecentado en 2009, cuando Michelle sufrió un aneurisma cerebral. Su padre intentó moverla a un centro de rehabilitación en Arizona pero los administradores no estuvieron de acuerdo.
Una vez recuperada, se ha puesto de acuerdo con ellos. Al fin y al cabo, ella no tiene ningún problema con los mismos, ya que sí cobró su parte correspondiente de la herencia cuando cumplió los 40 años.
Su hermano ve injusto que a él le achaquen una incapacidad intelectual (nunca demostrada de forma médica) para cobrar su parte y que a su hermana se la den después de sufrir el aneurisma. Alegó ante los tribunales que los fideicomisarios habían cometido “abuso de confianza” y solicitió que se los eliminase de la gestión de la herencia.
Ellos aseguran que su hermana Michelle ha recuperado un 98 % de la normalidad tras sufrir el aneurisma. Brad afirma que tiene una “lesión cerebral sustancial”. Además, lleva cuatro años sin hablarse con ella. Lo peor no es eso, sino que para reforzar su teoría ha asegurado que malgasta el dinero en aviones privados, grandes fiestas y mansiones que cuestan una fortuna. Esa es la clave para reforzar su teoría: el trato de favor de los administradores de la herencia hacia su hermana.
La batalla se acabó solventando, en cierta forma, el pasado 25 de marzo, cuando el juez Beckloff afirmó que no creía que los administradores hubiesen actuado de mala fe, pero daba carta blanca para el nombramiento de otros fiducidiarios. Si anteriormente era FRTC los que gestionaban el patrimonio y decidían si se le pagaba a ambos hermanos, ahora, en el caso de Brad, sus administradores pertenecerán al Mutual of Omaha Bank. Una pequeña batalla ganada que, sin embargo, no ha hecho que gane la guerra.
De hecho, el año que viene ambos hermanos cumplen 45 años y la rivalidad y el enfrentamiento volverán a salir a la luz en mitad de acusaciones varias y un odio nacido al abrigo del dinero y las herencias.
Nada extraño en millones de familias alrededor del mundo, pero sí en el caso de los creadores de un mundo ‘ideal’. Después de todo, ¿quién puede imaginarse a Dumbo tirándole trastos a la cabeza a Bambi?