Si no fuera así, la televisión abierta nos estaría mandando un delicadísimo mensaje de impunidad.
¿Sabe usted lo que significaría eso para un país como el nuestro justo ahora?
Obviamente, una gran marca como Canal 5 sería incapaz de eso, ¿no?
Entonces, con su permiso, esta columna estará plagada de groserías.
Si a usted no le gusta leer esta clase de palabras, le ofrezco una muy sincera disculpa y lo invito a que lea a otros columnistas que seguramente le dirán cosas muy bonitas de este Big Brother.
Pero amor con amor se paga y no sé usted, yo ya me harté de que me falten al respeto cada vez que enciendo el televisor en ciertos canales.
Tendría que ser estúpido, primero, para divertirme con alguien que me ofende y, segundo, para comprar los productos y los servicios que se anuncian en esa clase de televisión.
Entre eso y apoyar al crimen organizado la única diferencia está en el reparto.
Comencemos: ¿Cómo chingados se le ocurrió a Televisa volver a hacer Big Brother? Se necesita ser verdaderamente pendejo para tirar el dinero con semejante mamada.
Big Brother era un experimento social que nació en un momento muy específico de la historia.
Hoy, si te ven cogiendo, te vale madre. Al contrario, tú mismo te grabas, subes el video y a la chingada.
¡A mí qué chingados me importa si Big Brother todavía se hace en otros países! Esto es México y nos la pelan.
¿Pero sabe qué es lo que más me emputa de esta mierda? La mendiguez, la mamonería y la jodidez, en este último caso, de nuestro pueblo.
¿A qué me refiero cuando le hablo de mendiguez? A que me caga que los responsables de esta chingadera, en lugar de hacer su chamba, que es darle la oportunidad de brillar a gente que jamás lo haría, nos mienten la madre haciendo famoso a puro mirrey y a pura lobuky.
¿Así o más cabrón? ¡Pa'que luego nos sorprendamos con lo que pasa en las calles!
El nuevo Big Brother es tan ojete que lo que menos importa es el premio que se va a llevar el ganador.
Lo que importa es ver chichis, nalgas y pitos, y no sé usted, pero si yo quiero ver chichis, nalgas y pitos hago cualquier otra cosa menos sintonizar la televisión nacional.
Porque, le recuerdo, hasta Acapulco Shore, que es una madre, pasa por otra plataforma. La televisión abierta no está para eso. ¡No!
¿Qué le trato de decir cuando le hablo de mamonería? Que este puto Big Brother se la pasa en la puñeta: Yo, yo, yo.
"Yo he regresado", "yo tengo el control", "tu vida la controlo yo", "las reglas las hago yo". ¡Pues chinga tu madre! ¡Qué güeva!
Estos pendejos son tan mamones, están tan pinches enfermos de soberbia, que antes que vendernos lo más importante que existe en toda la industria de la televisión, que es la gente, nos vendieron su casa.
No sin antes, claro, afirmar, muy chingones, que "ya" era "la casa más famosa de México". ¡Cómo se ve que no leen las noticias!
No, pero espérese, como si esto no fuera suficiente mamada, hicieron un reparto de puros personajes todavía más mamones. ¡Más! ¡Se puede más! ¡Imagínese!
Y dije personajes, no personas. Puro pinche güey narciso que lo que tiene de mamado lo tiene de pendejo y pura pinche vieja caliente que lo único en lo que piensa es en el tamaño de su culo.
¡No mames! ¡Big Brother es el modelo aspiracional más grande del mundo! ¿Eso es lo que tenemos que ser? ¡Me lleva la chingada!
Antes decían "güey" y nos cagábamos. Hoy están peor. ¡Peor! ¡Ora sí nos jodimos!
Y ya que estamos en asuntos de jodidos, ¿por qué le mencioné hace rato lo de la jodidez de nuestro pueblo?
Porque sí tenemos que estar rematadamente jodidos como para haber creído, por un instante, que esto iba a ser diferente.
Lo digo por tanto pinche puto que se fue a formar con la ilusión de que lo pelaran en los castings y por tanta pinche vieja urgida que se tragó el cuento de que esto iba a ser como cuando lo conocimos hace más de 13 años.
¡Claro que no! Y no nos hagamos pendejos, porque hasta los responsables de esta mierda lo saben.
Si no fuera así, Big Brother hubiera entrado en grande los domingos por El Canal de las Estrellas y no como un subproducto diario para impulsar algo tan cagante como la barra PM de Canal 5.
¡Qué vergüenza por la gran Adela Micha, por mi pobre país, por mi amada industria y por mi gente!
¡Qué vergüenza de textos, de escenografía, de vestuario, de iluminación, de sonido y hasta de colocación del teleprompter! No lo puedo creer. Ahora sí me queda claro que se va a acabar el mundo.
¿O usted qué opina? ¿Usted sí está bien pinche caliente esperando a que lo conviertan en zombi todas las noches con esta mamada? ¿De veras lo está?
Álvaro Cueva/Milenio