Según los habitantes de Tartús, el puerto sirio, que abriga la única base naval rusa en el Mediterráneo, queda por confirmar que el disparo de un misil S-400 el 22 de Junio en dirección al Mediterráneo fue contra un objetivo real y no contra uno simulado.
“Este disparo no fue el fruto del azar. Rusia habría disparado el misil para derribar un drone RQ-4 Global Hawk estadounidense que habría caído al mar”.
Estas mismas fuentes creen que dicho drone llevaba a cabo una misión de espionaje contra Tartús por lo que se habría acercado a la base naval rusa, desencadenando así la respuesta de Moscú.