Anthony Tomaselli tenía 85 años cuando el 6 de marzo de 2015 fue encontrado sin vida en su casa en Palm Harbor, en la Florida. Para los paramédicos que lo revisaron, se trató de una muerte natural de una persona anciana.
Fueron Mary-Beth Tomaselli y Linda Roberts, hijas del octogenario, quienes dieron alerta a los servicios de salud al encontrar al hombre sin vida. No hubo autopsia: eso hubiera sacado a la luz que en realidad se trató de un homicidio. Tiempo después, y tras la denuncia del amante de las mujeres, se supo que el maltrecho cuerpo del hombre tenía rastros de pastillas para dormir y alcohol que le habían dado las mujeres en un primer intento por matarlo. Como Anthony seguía vivo, lo asfixiaron, primero con una almohada y luego con un trapo en la boca.
El crimen perfecto estaba en camino, pero un triángulo amoroso fue el fin de la sociedad criminal de Linda Roberts y Mary-Beth Tomaselli. La primera de ellas, a pesar de estar casada, comenzó el año pasado una relación con un hombre que conoció en un bar. Poco tiempo después se lo presentó a Mary-Beth quien también comenzó a intimar con el hombre.
El amante avanzó en su relación con Linda, que le terminó confesando el crimen. Atónito ante lo ocurrido, decidió acudir a la Policía y contar lo que estas mujeres habían hecho con su padre.
El comisario del condado de Pinellas, Bob Gualtieri, se reunió con el denunciante, que comenzó a colaborar y logró sacarles confesiones, con lujo de detalle, a Linda Roberts y Mary-Beth Tomaselli, que ayer fueron arrestadas, en la víspera del cuarto aniversario del "crimen perfecto".