Hacía más de tres décadas que no se vivía una escena así en Nueva York. El miércoles, Francesco Cali, un conocido capo de la familia Gambino, fue asesinado a balazos frente su domicilio, donde se encontraba su familia. Los vecinos del tranquilo barrio de Hilltop Terrace, pese a ser conocido por la influencia de la mafia, no se esperaban un crimen así.
El tiroteo tuvo lugar cerca de las 21.30 (hora local). Cali, de 53 años, fue trasladado al hospital donde certificaron su muerte, había recibido seis disparos en el pecho. La mañana de este jueves, la policía de Nueva York seguía buscando el arma y al sospechoso que cometió el crimen. Algunos testigos confirman que este fue arrollado por una camioneta azul tipo pick up que se dio a la fuga.
La familia Gambino, una de las cinco que integran la Cosa Nostra en Nueva York, llegó a ser considerada la mayor organización criminal de Estados Unidos: se dedicó a todo tipo de actividades delictivas hasta su caída en desgracia a mediados de la década de los noventa por los golpes de las autoridades. Cuando Paul Castellano, su líder, fue asesinado en 1985, el clan contaba con más de 300 miembros, 2.000 socios e intereses en la industria textil, la retirada de basura, la construcción y los préstamos ilegales.
El tiroteo frente al restaurante Sparks Steakhouse en Manhattan en el que murió Castello es el último suceso de estas características que se recordaba en Nueva York. Ese asesinato lo ordenó John Gotti en su afán por tomar el poder de la organización. Gotti fue detenido a finales de 1990 gracias a la colaboración con el FBI de su segundo al mando, Salvatore Gravano, una relación que provocó la caída de varios capos. Esta conexión también fue perjudicial para los Gambino, ya que con el tiempo provocó la pérdida de gran parte de su poder. La figura de su nuevo jefe atrajo a la prensa y, en consecuencia, investigaciones judiciales.
Sandro Pozzi