En el Estado judío los informativos se hicieron eco de la noticia y aseguraron que las fuerzas de seguridad se preparaban para una posible respuesta iraní, aunque el ministro de Defensa, Benny Gantz, quiso rebajar la tensión y declaró que «no se nos puede culpar de estar detrás de todo lo que ocurre en Irán». Gabi Ashkenazi, ministro de Exteriores, fue menos evasivo que Gantz y aseguró a la prensa local que «no se puede permitir a Irán dotarse de capacidad nuclear» y por ello «llevamos a cabo acciones de las que es mejor no hablar».
El portavoz de la AEAI, Behruz Kamalvandí, informó que «muchos equipos de medición e instrumentos de precisión fueron destruidos en el accidente», según recogió la agencia oficial IRNA, y lamentó que este suceso «puede retrasar a medio plazo el desarrollo y la producción de centrifugadoras avanzadas». La explosión, que no causó víctimas, afectó directamente a «uno de los cobertizos en construcción en el área abierta» donde los iraníes estarían trabajando en centrifugadoras de última generación. «Debido a algunas consideraciones de seguridad, la causa y la forma de este accidente se anunciarán en el momento adecuado», reveló Kamalvandi, dejando la puerta abierta a la especulación sobre un sabotaje.
Otra versión afirma que un radar ruso detectó el ataque de un avión desconocido en Irán
El radar ruso detectó aviones desconocidos que atacaron a Irán desde el espacio aéreo de Azerbaiyán.
La transferencia por parte del ejército iraní de los modernos sistemas de defensa aérea soviética S-75 a la frontera con Azerbaiyán, así como la reciente y misteriosa explosión en una instalación militar iraní, llevaron a los expertos a concluir que estos dos eventos están relacionados. La razón de esto fue el hecho de que fue desde el espacio aéreo de Azerbaiyán que se llevaron a cabo ataques anteriores contra el ejército iraní, y en el invierno de este año se tomó un avión no tripulado desde el territorio de Azerbaiyán, que participó en la liquidación del comandante Kassem Suleymani.
Según los expertos, el radar de contenedores ruso proporcionó asistencia en la identificación, que tiene un alcance efectivo que puede detectar objetivos aéreos a distancias de varios miles de kilómetros.
Irán no ha confirmado oficialmente el hecho de que la explosión en una instalación nuclear militar se produjo debido a un ataque de fuerzas externas. Sin embargo, teniendo en cuenta los argumentos de los expertos y la transferencia de los sistemas de defensa aérea al área menos protegida, los expertos expresaron la opinión de que Azerbaiyán podría ser responsable de la operación, como se supone, por las fuerzas estadounidenses o israelíes. Por el momento, la urgencia del despliegue de sistemas de misiles antiaéreos sigue siendo desconocida.
Los analistas creen que los oponentes de Irán pueden tratar de organizar una nueva provocación desde el espacio aéreo de Azerbaiyán, y esta vez Irán está listo para dar una respuesta poderosa.
En el punto de mira
En la última semana, la República islámica ha sufrido varias explosiones, una de ellas en el complejo militar de Parchin, donde se desarrolla una parte del programa balístico del país. Las fuentes consultadas por «The New York Times» aseguraron que en esos casos, a diferencia de Natanz, no fueron obra de los israelíes.
«La duda es saber cómo van a responder», apunta Sima Shime, exagente del Mossad y directora del programa sobre Irán del Institute for National Security Studies (INSS), «ya que no responder sería demostrar debilidad, pero tienen que hacerlo de una forma que no sea motivo para una escalada militar. Ni Irán, en medio de una grave crisis económica y con el coronavirus desatado, ni Israel, quieren una guerra. Esto no ha sido un ataque con un misil, se trata de una operación sobre el terreno».
El programa nuclear iraní está en el punto de mira de Estados Unidos e Israel, que desconfían de sus intenciones y piensan que quiere dotarse de un arma atómica. La planta que sufrió la explosión se llama Shahid Ahmadi Roshan, en recuerdo al científico asesinado en Teherán en 2012 en una operación de la que los iraníes también acusaron a sus grandes enemigos. En 2018, el Mossad logró infiltrarse en un almacén próximo a Teherán y robó abundante material secreto relacionado con los planes nucleares.
Frente a la política de «presión máxima» impuesta por Donald Trump, quien mató el pacto nuclear de 2015 al salirse de forma unilateral y volver a las sanciones, Teherán mantiene una estrategia de alejamiento reversible del texto acordado. Los iraníes anuncian cada uno de sus pasos y, tras incrementar sus reservas de uranio enriquecido por encima del máximo de 300 kilogramos establecido y exceder el umbral de 3,67 por ciento en la pureza de sus reservas de uranio, en septiembre pusieron en marcha 40 centrifugadoras de cuarta y sexta generación. Se trata de centrifugadoras tipo IR-4 e IR-6, mientras que el acuerdo de Viena solo autoriza a Teherán a emplear las de primera generación (IR-1), que se desarrollan en centros como el de Natanz, que pese a las medidas de alejamiento del pacto nuclear siguen sujetos a las visitas de los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
