¿Cuál es el instrumento más eficaz? Y la respuesta, cuando son científicos y especialistas los que la dan, no es única.
No hay consenso sobre que los contextos epidémicos que atraviesan ambas urbes sean los mismos, aunque, por término general, sí llegan a una conclusión: el toque de queda que recluirá a los franceses de nueve grandes ciudades en sus casas desde las 21.00 horas a las 7.00 de la mañana es una herramienta jurídica más efectista, puede concienciar más a la población y limitará completamente el ocio nocturno (botellones y fiestas, además de locales), lo que a medio plazo conseguirá mejores resultados en el combate contra el virus.
El toque de queda preserva la economía
Tal vez también para la economía, dice el profesor Arturo Fernández-Cruz, catedrático de Medicina y presidente de la Fundación Fernández-Cruz, quien incide en que «el toque de queda, tal y como se ha formulado en el país vecino, que ahora está a niveles récord de contagio, puede preservar la actividad económica en niveles aceptables».
Francisco Guillén, director de Medicina Preventiva de la Clínica Universidad de Navarra, aduce a que «la transmisión es la misma independientemente de la hora: se transmite igual a las 14.00 horas que a las 20.00, pero si disminuimos el número de horas que se puede estar en la calle, se reducen las probabilidades de transmisión, una media que habría funcionado en España pero ajustada a la diferencia de horarios que existe entre los dos países».
La herida, en cualquiera de los dos países, supura sobre todo por las costuras de la hostelería y la restauración, con un tejido socioeconómico ahogado y, a la postre, el sector que está resultando más afectado, junto al de las salas de fiesta y clubes de ocio nocturno propiamente.
La declaración del estado de alarma para Madrid afecta también a la movilidad de las personas (al no permitir salir y entrar desde las nueve grandes ciudades aquí con el cierre perimetral decretado), pero deja manga ancha, según los epidemiológos consultados por ABC, a que la cadena de transmisión del coronavirus no se haya roto todavía.
Para estos expertos, el listón en que deberían haberse tomado medidas más drásticas de control del patógeno sí que debería ser el mismo en ambas capitales y en las dos –comparten–, las restricciones llegan tarde.
Salvador Macip, investigador español en la Universidad de Leicester, observa con el prisma que da la distancia: «Creo que las medidas tienen que tomarse en función de la realidad de cada territorio. No se pueden comparar países. Pero sí tomar decisiones rápidas. España está peor en algunas zonas que Francia, y por eso tiene que ser más contundente limitando situaciones de riesgo».
Según el profesor de Salud Pública y Medicina Preventiva de la Universidad compostelana (USC) Francisco Caamaño, «el toque de queda» ordenado por Emmanuel Macron el pasado miércoles trae «reminiscencias de guerra», por lo que es negativo para la ciudadanía. Lo único que debería haberse hecho, en su consideración, es tomar restricciones en los contactos en las casas y reuniones sociales para frenar la progresión de los contagios.
Por el contrario, para el profesor de la Escuela andaluza de Salud Pública Joan Carles March, «el toque de queda es un golpe de efecto, una forma de que un mando único tome las riendas». «Las medidas de Francia entran dentro de la lógica. Más vale tomar medidas duras y luego ir suavizando que subir poco a poco las limitaciones que se ponen en marcha. Si vamos detrás del virus nunca conseguiremos a terminar con él», defiende March.
La «tercera vía»
Entre la medida francesa y la española, con Pedro Sánchez imponiendo el estado de alarma para la capital y ocho municipios de la Comunidad, March escoge el camino del medio.En concreto, la «tercera vía» por la que discurre el presidente asturiano, Adrián Barbón, que al cruzar la barrera de los 200 contagios por 100.000 habitantes en 14 días, ha retrasado a toda la comunidad a la fase 2 de la desescalada.
También el sistema por fases es el que más convence al virólogo Estanislao Nistal, que apunta a que en España se lleva reduciendo el ocio nocturno desde finales de agosto y, aun así, las infecciones siguen al alza. Por ello, el profesor de Microbiología de la Universidad San Pablo-CEU apunta a que quizá la medida del Ejecutivo francés va más en la línea de la facilidad que aporta para controlar y prevenir los botellones o reuniones en parques, fuera de los locales de restauración.
«En España todo lo que sea reducir los momentos sin mascarilla, en lugares cerrados y con personas muy juntas, son métodos muy efectivos. Lo que no sea eso, ya depende de las creencias de cada uno, o de que (la medida) dé una sensación» de control.
En un lenguaje más técnico, el profesor emérito de Medicina Preventiva Juan José Gestal remarca que «esta enfermedad tiene un crecimiento logarítmico de los casos. Por eso, las medidas son más efectivas cuanto antes se tomen, con incidencias mucho más bajas que las que se fijaron para Madrid».
A Gestal también le gusta más el modelo francés, donde la Administración central es la que toma medidas estrictas cuando la curva empieza a subir: «La alerta de nivel 1 salta a partir de 50 casos por 100.000 habitantes en 7 días». Ya partir de ahí ya se actúa.
De la misma opinión es Ángel Gil de Miguel, catedrático de Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, que ve necesario actuar antes, si bien en su caso apunta a la dificultad que supone tomar medidas como un toque de queda. Eso sí, avisa, si las restricciones impuestas en Madrid «no funcionan, iremos a medidas más restrictivas», incluido el toque de queda. «Nos esperan tres meses muy duros».
Érika Montañés