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Jueves, 05 Enero 2023 03:11

El Papa define a Benedicto como un «fiel amigo» de Dios

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Francisco preside el funeral de Benedicto XVI en una plaza de San Pedro abarrotada Minutos antes de las 9 de la mañana se han abierto las grandes cortinas rojas de la cancela principal de la fachada de San Pedro, para dejar pasar los restos mortales de Benedicto XVI.

Llevaban el féretro de madera de ciprés doce «sediarios», seguidos por los principales colaboradores del Papa emérito.

En una liturgia donde estaba medido hasta el más mínimo detalle, Diego Ravelli, maestro de ceremonias pontificio, que asiste exclusivamente al Papa, ha colocado sobre el ataúd un libro de los evangelios, que guió los pasos de Benedicto XVI.

El sencillo ataúd llevaba grabado el escudo de Benedicto XVI, con la cabeza de moro de la diócesis de Munich y Frisinga; la concha del peregrino; y el Oso de San Corbiniano, también un símbolo bávaro que evoca la gracia de Dios.

El Papa Francisco ha presidido la ceremonia con las vestiduras litúrgicas de rojo, el color del luto papal. Junto a él han celebrado 130 cardenales y unos 3.700 sacerdotes.

En su homilía, el Papa Francisco ha escarbado en el alma de Joseph Ratzinger hasta dar con la fuerza propulsora que guio las difíciles decisiones de su vida. «Benedicto, fiel amigo del Señor, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre la voz de Dios», lo ha despedido.

El Papa ha resumido su vida como «entrega agradecida a Dios y a su pueblo», «entrega orante», «entrega sostenida por el Espíritu Santo». Igual que hizo en las ceremonias de beatificación y canonización de sus predecesores Juan Pablo II, Juan Pablo I, Juan XXIII o Pablo VI, el Papa Francisco ha evitado mencionar momentos destacados de la vida de Benedicto XVI, y sólo una vez ha mencionado su nombre, pero ha trazado el marco para comprender la vida de Joseph Ratzinger y especialmente su tarea «como pastor» de la Iglesia.

Según Francisco, las últimas palabras de Jesús antes de morir en la cruz, «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», son «el programa de vida que inspira y quiere moldear el corazón del pastor». Dice que el pastor lleva se entrega y reza ante Dios, «especialmente allí donde la bondad está en lucha y sus hermanos ven peligrar su dignidad».

Ahí se forja una espiritualidad «capaz de comprender, recibir, esperar y apostar más allá de las incomprensiones que esto puede generar». Citando al mismo Benedicto XVI, el Papa ha dicho que cuidar el rebaño que le es encomendado «quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir.

Amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios; el alimento de su presencia». El Papa ha dicho que el pastor también se caracteriza por «la búsqueda apasionada por comunicar la hermosura y la alegría el Evangelio», «en esa dolorosa pero recia paz que no agrede ni avasalla».

«También nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como Iglesia, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre». «Estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años.

Queremos decir juntos: «Padre, en tus manos encomendamos su espíritu», ha concluido. A la ceremonia han asistido 20 delegaciones oficiales.

La Reina Sofía estaba sentada junto a los reyes de Bélgica Felipe y Matilde, y el presidente lituano Gitanas Nauseda.

El funeral concluyó con el ritual de la «Ultima commendatio et valedictio», o «Ultima recomendación y despedida».

Francisco bendijo el incienso y el agua bendita, con los que el cardenal Giovanni Battista Re, decano del colegio de cardenales, se acercó al féretro. Tras la bendición, de nuevo los doce sediarios alzaron a hombros el ataúd.

Mientras lo llevaban hacia la basílica, se alzaron banderas de Baviera y los últimos aplausos en la plaza dirigidos a Benedicto XVI. También se escucharon tímidos gritos de «Santo Subito» y las palabras del himno de Baviera, «Gott mit dir, du Land der Bayern», «Que Dios te acompañe, tierra de los bávaros». Antes de que el féretro atravesara el portón de la basílica rumbo a la Cripta de los Papas en las grutas vaticanas, Francisco se acercó, lo bendijo de nuevo y apoyó una mano sobre él, rezando unos instantes.

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