El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, aterrizó este miércoles en Doha, Catar, para reunirse con el emir catarí, Tamim bin Hamad al Thani, en el marco de las negociaciones por los rehenes alemanes que secuestró Hamás.

Sin embargo, debió esperar a su anfitrión en la puerta del Airbus A350 durante casi 30 minutos.

El aeropuerto había extendido la alfombra roja para acoger al líder alemán y una guardia de honor militar estaba lista para recibirlo, no obstante, no se encontraba ningún representante oficial del emirato. En un video se lo puede ver parado de brazos cruzados en lo alto de las escaleras de la aeronave.

Finalmente, el ministro de Asuntos Exteriores, Sultan bin Saad al Muraikhi, se hizo presente para recibir a Steinmeier, quien luego partió para reunirse con el emir.

Catar es la última parada en la gira del presidente alemán por Oriente Medio, luego de haber visitado Israel y Omán. Según reportes, en Alemania se preguntan si lo ocurrido no fue una respuesta de Catar a las declaraciones que realizó en octubre la ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock, antes de la visita de Al Thani a Berlín.

"No aceptamos el apoyo al terrorismo", dijo en aquel entonces. "Para poner fin a este terrorismo", añadió, "países como Catar tienen una responsabilidad especial".

En marzo, en un episodio similar al ocurrido con el presidente alemán, Baerbock visitó la India para asistir a la reunión de cancilleres del G20, pero en el aeropuerto no fue recibida con una alfombra roja ni con una guardia de honor militar como marca el protocolo en estos casos.

Sin embargo, el Emir aparentemente no está listo para recibir a Steinmeier después de su aterrizaje.

La delegación abandona gradualmente el avión. La esposa de Steinmeier, Elke Büdenbender (61), también baja las escaleras y se marcha en una limusina. Steinmeier se encuentra en lo alto de las escaleras del avión con cara de mal humor y los brazos cruzados, mirando la alfombra roja y la guardia de honor qatarí ya formada. Se cuelga.

A juzgar por su rostro, el estado de ánimo de Steinmeier es tan bajo como las comisuras de su boca.

Su jefe de protocolo baja corriendo las escaleras, algo sorprendido, hace una llamada telefónica y regresa apresuradamente hacia el presidente. Los guardaespaldas del BKA esperan en la pista. —le pregunta un guardia de seguridad alemán a su colega qatarí. Se encoge de hombros, perplejidad.

El mensaje dice: En realidad, el presidente federal debería haber estado tomando té en el aeropuerto para matar el tiempo. Pero Steinmeier obviamente no quería hacer eso y prefirió esperar en lo alto de las escaleras.