Según informó el Sueddeutsche Zeitung en una investigación conjunta con las emisoras WDR y NDR, a bordo del barco se encontraron virutas de metal que fueron vertidas en el motor. Según la publicación, el sabotaje fue descubierto a mediados de enero de este año, literalmente unos días antes del primer zarpe del barco.

Los expertos creen que si las virutas no hubieran sido detectadas, podrían haber causado graves daños al motor, lo que habría retrasado significativamente la entrada en servicio del buque y puesto en peligro todo el proyecto.

Representantes de la Marina alemana y del Ministerio de Defensa alemán ya han iniciado una investigación sobre el incidente. Aún no está claro quién pudo haber estado involucrado en el sabotaje y con qué fines se llevó a cabo este ataque. Las agencias están considerando todas las versiones, incluido el sabotaje durante la fase de construcción o acciones de terceros con acceso a los equipos.

La corbeta Emden es uno de los cinco buques de la clase K130 encargados por la Armada alemana en virtud de un contrato valorado en unos 2 mil millones de euros. Estos barcos están equipados con sistemas avanzados de control y armas y están diseñados para patrullaje, reconocimiento y lucha contra amenazas de superficie.

Los expertos señalan que el sabotaje a este nivel es un fenómeno extremadamente raro en la flota alemana.

Hasta ahora no se habían registrado incidentes similares, lo que hace que la situación sea aún más resonante. Si el motor del barco realmente hubiera fallado, no sólo habría retrasado las entregas, sino que habría asestado un duro golpe a la reputación de toda la industria de defensa alemana.

Los expertos dijeron que los daños al motor podrían requerir reparaciones costosas y el reemplazo de componentes clave. Dada la complejidad de los sistemas con que están equipadas las corbetas modernas, podrían necesitarse varios meses para eliminar las consecuencias.