explica Carina Bergfeldt, la escritora de moda en Suecia y periodista estrella del diario Aftonbladet, el más vendido del país con aproximadamente 1'400,000 lectores diarios. Con un par de premios de periodismo a sus espaldas, Bergfeldt ha seguido a Obama en campaña y ahora ha vuelto de un campo de refugiados de Siria. Periodista de raza en un tiempo en el que la profesión se reinventa, su foco suele centrarse en las franjas débiles de la población: las mujeres y los niños.
Una situación que, dice la joven autora de 31 años, se vive “de puertas hacia adentro”, convirtiendo la represión de los sentimientos negativos en público (o en los perfiles de las redes sociales), en una de las caras más amargas y contradictorias. Esta realidad, sin tapujos ni exageraciones, es la que aflora en su primera novela, Matar a papá (Seix Barral), la primera entrega de una trilogía negra, que ha sido toda una revelación en Suecia, y que nos conduce a las sórdidas profundidades de la sociedad de un país que, quizá, no sea tan diferente a la nuestra como creíamos.
La ficción, en ocasiones, refleja mejor la realidad social que los ensayos de geografía humana, y Matar a papá es uno de esos casos en los que la fábula sólo es la escusa perfecta para partir de la situación particular de una familia y extrapolar sus vivencias a una sociedad entera. El poso periodístico de la autora, que también se refleja en un leguaje conciso y directo que atrapa al lector desde las primeras líneas del libro, ha contribuido a dotarlo de esta impronta hiperrealista.
Una ficción muy periodística
“Cuando decidí escribir sobre esta temática quería abordarla desde la verdad, con cercanía y huyendo de las exageraciones. Me estuve reuniendo con varias víctimas de violencia de género para conocer sus historias, su pasado, a distancias cortas. Luego, lo que hice fue reunir todas sus vidas para caracterizar a la familia de la que se habla en el libro", explica Bergfeldt. Por tanto, insiste en que todos los personajes son reales, basados en personas de carne y hueso.
La problemática de la violencia de género, y por extensión la familiar, de la que no escapa el maltrato infantil, es un tema que preocupa, y mucho, a los escritores suecos “porque no siempre se denuncia, mayoritariamente por vergüenza”, añade la autora. De ahí nuestras caras de estupefacción ante la denuncia nada autocomplaciente con la que nos sorprendió su compatriota Stieg Larsson, con quien, por cierto, la han comparado algunos críticos suecos.