Un tipo de enfermedades mentales en auge entre las sociedades modernas que, según apunta la periodista experta en regulación del alcohol Ann Dowsett son las claves del aumento del alcoholismo.
En Drink: The Intimate Relationship Between Women and Alcohol, la periodista se centra principalmente en el aumento del consumo entre las mujeres, que se han incorporado masivamente al ámbito laboral durante los últimos años sufriendo las carencias de la falta de conciliación familiar. En sus páginas acude a testimonios personales copados por mujeres con prometedoras carreras profesionales, como empresarias, actrices, bailarinas, profesoras universitarias o inversoras. El frenético ritmo de vida, unido a la creciente necesidad de evasión y el agresivo marketing de la industria de las bebidas alcohólicas dirigido a mujeres forman la cuadratura del círculo.
Durante la última década, el porcentaje de madres primerizas y trabajadoras que reconocen consumir alcohol con regularidad pasó del 21 al 30%, de acuerdo con las estadísticas de Gallup. Un fenómeno que incluso ha llevado a las autoridades sanitarias de EEUU a llamar la atención sobre las consecuencias del auge del alcoholismo entre la población femenina. Según las estadísticas del sistema público de salud el número de mujeres que acudieron a los servicios de urgencia con síntomas de intoxicación etílica aumentó en un 52% desde el año 2000,mientras que en los hombres lo hizo en apenas un 9%. Por otra parte, se incrementó en un 30% el porcentaje de mujeres detenidas por conducir ebrias, al mismo tiempo que descendió más de un 7% entre los hombres.
Las devastadoras consecuencias para las próximas generaciones
Las cifras sobre el aumento del consumo de alcohol entre las mujeres se están subestimando, según advierte Dowsett, al no tener en cuenta sus consecuencias en las próximas generaciones. “El alcoholismo entre las mujeres ha dejado de ser un gigante dormido en todo el mundo civilizado, pues ya se están dejando sentir algunos de los principales problemas sociosanitarios que acarrea”, apunta la periodista de investigación en su último libro. Sin embargo, cree que nunca es tarde para endurecer la regulación, sobre todo en lo que se refiere a la política publicitaria y restrictiva.
Si no se toman medidas de forma urgente, “las consecuencias serán cada vez más devastadoras, tanto para la sociedad en general, como para el sostenimiento de los servicios públicos de salud”. El alcoholismo hoy en día, dice, “está en el mismo punto que el tabaquismo hace 40 años”. De hecho, calcula que en EEUU y Canadá, el alcoholismo le cuesta a en términos globales a los Estados unos 220.000 millones de dólares al año. Un fenómeno que se sigue sufriendo en silencio y tratando de forma anónima, por lo que el debate público no acaba de arrancar, lamenta la autora.
Los riesgos toxicológicos y adictivos del alcohol son mayores en las mujeres que en los hombres. Como documenta la autora en Drink: The Intimate Relationship Between Women and Alcohol, ellas tienen menores niveles de la enzima que descompone y elimina el alcohol en la sangre, además de que sus organismos son más pequeños y sufren una intoxicación etílica más rápida por sus mayores niveles de estrógenos.
Una peligrosa moda entre las ‘mujeres liberadas’
Los hábitos de las mujeres tienden a masculinizarse en todos los planos, con un protagonismo especial para el consumo de alcohol. Un fenómeno que, según advertían desde la Alcohol Concern Charity en las páginas del diario The Telegraph “plantea una serie de preocupaciones que deben ser atendidas cuanto antes”. Esta tendencia ya se había reflejado en los últimos años en el sector de la comercialización de vinos de alta gama con una publicidad especialmente dirigida a las mujeres de clase media y media-alta.
El peaje de la liberación femenina (mal entendida) se refleja también en el aumento de los trastornos psíquicos derivados de los acelerados estilos de vida modernos. La cultura ‘pop’ asocia el consumo de alcohol a una especie de respetable antídoto para combatir el estrés o para poner el punto y final a una dura jornada de trabajo y cuidado de niños. Las mujeres tienen una propensión dos veces mayor que los hombres a sufrir depresión y ansiedad. Un problema que no se supera con el consumo de alcohol, sino que se potencia. Evitar caer en ese círculo vicioso está convirtiéndose en uno de los retos del inicio de este nuevo siglo.