El detonante del suceso fue el aterrizaje de emergencia en Madrid del avión debido a la enfermedad de uno de los pasajeros, que tuvo que recibir asistencia médica. Esto provocó que el avión se retrasara varias horas y no pudiera llegar a su destino, el aeropuerto de Beauvais. Finalmente, aterrizaron en Nantes.
El detonante último, la gota que colmó la paciencia de los pasajeros, fue la intención de Ryanair de que el resto del viaje hasta París se hiciera en autobús. Agotados, desesperados por la falta de información y castigados por el hambre, los viajeros perdieron cualquier sentido del pudor y arrasaron.