La situación, al parecer, se sucedió en un tren de larga distancia que realiza regularmente el trayecto entre Moscú y Novy Urengoy (ubicado en el norte de Siberia). Todo comenzó como un día cualquiera hasta que Kosovskaya logró introducir en su compartimento una cría de león de nueves meses de edad en una jaula para felinos como si fuera un gato.
Sin embargo, la situación se complicó cuando, debido al descuido de la joven, el animal logró escapar de su jaula y empezó a vagar sin bozal por la litera. Desesperada, Kosovskaya logró encerrar al cachorro en la estancia para, después, avisar al personal del tren de lo sucedido. Al conocer los hechos, los responsables de la seguridad del ferrocarril contactaron con las autoridades locales que, en la siguiente parada, se hicieran cargo del animal.
A pesar de lo rocambolesco de la situación, varios testigos afirmaron que el felino no fue en ningún momento violento y pudo ser desalojado del ferrocarril sin ninguna dificultad. Al parecer, y según las primeras investigaciones, el cachorro estaba siendo transportado a la ciudad de Surgut, donde iba a ser utilizado como mascota de unos grandes almacenes.