La creciente concienciación sobre el cuidado de la salud, principalmente para prevenir el cáncer de piel derivado de la exposición a los rayos uva, es quizá una de las causas por las que el topless está desapareciendo entre la juventud francesa. Sin embargo, según se apunta en la propia revista, hay una razón de mucho más peso que tiene una lectura sociocultural: la “pornificación de las mujeres en topless”.
Si en los años sesenta esta práctica se asociaba con la liberación sexual de la mujer, hoy en día, en la sociedad de la new porn culture, se relaciona más bien con un inocente y obsoleto vestigio de las generaciones precedentes. Los nuevos códigos del exhibicionismo sexual, perfectamente encarnados por Miley Cyrus o por el fenómeno de los aftersex, la nueva moda entre los jóvenes, han anulado el simbolismo del topless como reivindicación de la sexualidad femenina. Ni ataca las convenciones sociales, ni muestra disconformidad con lo establecido, ni excita a nadie.
Transformaciones éticas y estéticas
La popularización de los contenidos pornográficos en internet, o democratización como más banalmente prefieren denominar algunos sexólogos está en el ADN de los nativos digitales. Tanto para lo bueno como para lo malo, la sexualidad ha sufrido una serie de transformaciones éticas y estéticas. Pocas son las editoriales que no encargan libros eróticos a sus autores de cabecera o los barrios hipster sin una tienda de objetos eróticos en cada manzana.
Podría pensarse que la era digital ha fomentado un despreocupado exhibicionismo sexual, en el que el pudor ha desaparecido, pero sería falso. Bien es cierto que las redes sociales proporcionan una multitud de espejos en los que mirarse y mostrarse, hasta el punto de que “enseñar la vida sexual es un fenómeno generalizado por el que nadie se siente escandalizado”, como apunta Yves Michaud en su ensayo El narcisismo y sus avatares (Grasset). Sin embargo, esta elevada exposición ha generado paralelamente cierta conciencia preventiva. Todo lo que hagas puede estar en Youtube poco después.
Como explicaba una de las participantes en la encuesta de Elle, “sabes que si haces topless tus pechos pueden empezar a circular por Instagram o Facebook a los cinco minutos”. El riesgo de ser retratadas y convertirse en objeto de burla en las redes sociales es un temor fundamentado. Cualquiera puede hacer fotografías con la cámara de su móvil, por lo que dejar de hacer topless no significa un retroceso en la liberación femenina, sino más bien una forma de protegerse porque nunca se sabe dónde puede acabar publicándose una foto.
Podría pensarse que la era digital ha fomentado un despreocupado exhibicionismo sexual, en el que el pudor ha desaparecido, pero sería falso. Bien es cierto que las redes sociales proporcionan una multitud de espejos en los que mirarse y mostrarse, hasta el punto de que “enseñar la vida sexual es un fenómeno generalizado por el que nadie se siente escandalizado”, como apunta Yves Michaud en su ensayo El narcisismo y sus avatares (Grasset). Sin embargo, esta elevada exposición ha generado paralelamente cierta conciencia preventiva. Todo lo que hagas puede estar en Youtube poco después.
Como explicaba una de las participantes en la encuesta de Elle, “sabes que si haces topless tus pechos pueden empezar a circular por Instagram o Facebook a los cinco minutos”. El riesgo de ser retratadas y convertirse en objeto de burla en las redes sociales es un temor fundamentado. Cualquiera puede hacer fotografías con la cámara de su móvil, por lo que dejar de hacer topless no significa un retroceso en la liberación femenina, sino más bien una forma de protegerse porque nunca se sabe dónde puede acabar publicándose una foto.
Otro de los factores que explican los resultados de la encuesta, según la revista Marie Claire, que también se ha hecho eco de esta información, tendría que ver con el uso del cuerpo femenino para atraer la atención mediática hacia la reivindicación de diferentes causas. Una estrategia impulsada, principalmente, por el colectivo Femen. El uso de la desnudez como declaración política no es nada nuevo, pero sí es verdad que su viralización a través de la red ha convertido esta práctica en uno de los pilares propagandísticos del activismo feminista.
A pesar de todo, ‘La Fin Du Topless Sur La Plage' es un fenómeno que parece circunscribirse únicamente a Francia. Según otras encuestas, casi un tercio de las alemanas, austríacas, británicas o españolas toman el sol con el torno desnudo. Más allá de las reivindicaciones sesenteras, su principal fin parece orientarse más bien a obtener un bronceado uniforme. ¿Estaremos ante el nacimiento de una moda en la que las marcas del bikini son lo más?, se preguntaba en el artículo de Marie Claire.
El Confidencial