El estadounidense Vance Abeyta y su mujer perdieron a su hijo durante el parto. Desde entonces, y durante siete años, el matrimonio no ha dejado de visitar el cementerio en el que estaba enterrado. Hasta allí se desplazaban para dejar flores y juguetes en una lápida en la que acaban de descubrir que no se encontraba el feto.
Se dieron cuenta del tremendo error cuando Abeyta se decidió a poner el nombre de su hijo en la lápida. Tras hacer las gestiones para ello, le dijeron que tardarían unos 90 días, pero cuando regresó para comprobar cómo había quedado descubrió que no había habido ningún cambio y que la lápida seguía sin tener el nombre. «Me dijeron que tardarían 90 días, regresé a 120 después, en el mes de julio, y su nombre no estaba allí», ha explicado a «Usa Today».
Fue entonces cuando se decidió a llamar a la Arquidiócesis Católica de Denver y le dijeron que la lápida sí había sido grabada. El problema fue que tanto la lápida como la tumba estaban en un lugar del cementerio diferente a la ubicación que le habían dado a Abeyta fue dada hace siete años.
«Resultó que mi hijo ni siquiera está enterrado donde pensé que había estado los últimos siete años», ha declarado el desolado padre. «Durante siete años he estado visitando el sitio equivocado, dejando juguetes y flores.
Tras disculparse, la Arquidiócesis ha anunciado que grabará en la lápida el tatuaje que Abeyta lleva en memoria de su hijo.
ABC