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Miércoles, 01 Octubre 2014 01:54

Por qué los matrimonios que funcionan bien son los segundos

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Por lo general, el segundo matrimonio funciona mucho  mejor

Sigmund Freud en Sobre la sexualidad  femenina (1931).

¿Funcionan las segundas oportunidades en el amor? Para Freud no había duda:  el primer matrimonio raramente resiste a la sensación de enclaustramiento,  mientras que las expectativas son tan altas que inevitablemente surgirán  decepciones.

El imaginario construido en torno a la idea de amor  romántico y al cuento de los príncipes azules tiene su parte de culpa, pero la  falta de experiencia a la hora de enfrentarse a las dificultades que entraña la  vida en pareja no tiene menos peso. Sin embargo, en los segundos matrimonios,  las parejas son por lo habitual más indulgentes, tolerantes, realistas e  independientes.

Como explica el psicólogo J. A. Malarewicz en Repensar  la pareja, se sacan lecciones del pasado y se utiliza este aprendizaje para  evitar conflictos o sufrimientos, por lo que el segundo matrimonio, por lo  general, es más sólido y razonable que el primero. Una perspectiva quizá  demasiado pragmática y alejada del romanticismo, imperando lo racional  sobre lo emocional. ¿Quiere esto decir que las personas que vuelven a casarse  pueden llegar a ser más felices?

Las comparaciones son casi imposibles y la mayoría de psicólogos reconocen  que no pueden compararse ambas experiencias. El primer matrimonio  responde a una verdadera consagración del amor, una alianza en la que  ambos miembros de la pareja tienen claro que será para toda la vida, y con unos  objetivos centrados en construir un mundo en torno a ellos, como es el hecho de  formar una familia, crear un hogar, etc. Para la psicóloga y divulgadora  Fabienne Kraemer, en las segundas nupcias estos objetivos  desaparecen, siendo la única intención que mueve a los nuevos cónyuges la de  estar juntos. “Se consagran exclusivamente el uno al otro, por lo que el primer  matrimonio no suele eclipsar al segundo”, añade la especialista en un artículo  publicado en Psychologies.

Volver a empezar, pero no desde cero

Estas cualidades del segundo matrimonio no quieren decir ni que sea mejor ni  peor. Cada uno de ellos tiene sus fortalezas y sus debilidades, sus  satisfacciones y decepciones, pero sería un error caer en comparaciones desde el  punto de vista emocional. Como insiste el sociólogo Wilfried  Rault, “cuando se comienza de nuevo, las parejas se sitúan en  el mismo nivel simbólico que en el del primer matrimonio y las marcas  dejadas por la anterior relación se borran”.

Ni más ni menos feliz, sino diferente, del segundo matrimonio sí puede asegurarse que se trata de una elección mucho más meditada y reflexiva, y cuyo único horizonte consiste en “consagrarse el uno al otro”. Y esta es una de las claves por las que los segundos matrimonios, según afirma Kraemer, “duran más y son más estables que los primeros”.

Para muchos otros teóricos, y al contrario de lo que podría pensarse, volver a casarse no es sinónimo de montarse en una montaña rusa amorosa, en la que se irán sucediendo constantemente las rupturas y los nuevos enlaces. Muy al contrario, las segundas nupcias son las definitivas, al menos estadísticamente. Una realidad que para muchos especialistas se debe a que se “supera” la idea del amor pasional, entendiendo que este forma parte de una fase del enamoramiento, pero que no dura para toda la vida. Es decir, se establece una especie de disociación entre lo que es el amor y lo que es el matrimonio.

Otro enfoque sobre la vida en pareja

Muchos de los problemas matrimoniales sientan sus bases en la cultura del romanticismo, y es que el amor se ha idealizado hasta el punto de creer en los príncipes azules. Las expectativas que se depositan en la pareja suelen ser irrealizables a la par que contradictorias. Ellas quieren a alguien que haga a la vez de padre, amante, confidente y hermano pequeño, mientras que ellos buscan una relación estable y, al mismo tiempo, con libertad para hacer lo que quieran.

Una visión sobre el amor que la psicoterapeuta Juliette  Allais tilda de “errónea” en su obra El amor y el sentido  de nuestras relaciones. “La mayor parte de los pacientes caen en  los estereotipos románticos. Todos ellos buscan un amor ideal o una pareja  que debe reunir cualidades diferentes y contradictorias, personas que,  simplemente, no existen”.

Según se desprende de un estudio llevado a cabo por el psicólogo  Robert Epstein, autor de Making Love: How People Learn  to Love, and How You Can Too, a partir del análisis de más de 2.000  encuestas a parejas norteamericanas, cada vez se valoran más otra serie de  nuevos rasgos para mantener a lo largo del tiempo la ansiada felicidad conyugal.  Las conclusiones del estudio hacen hincapié tanto en los factores  mundanos como en los más profundos, pues ambos reforzarían igualmente  los vínculos de una pareja.

Unos resultados que llevan al autor del estudio a teorizar sobre la evolución  de las necesidades que se tratan de cubrir en una relación de pareja. “Las  expectativas han cambiado, y además de buscar una satisfacción emocional también  se trata de asegurar que las parejas sean competentes para  conservar su trabajo, cuidar a los niños o darles una buena  formación”.

 

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