El Ejército envió 1.226 soldados, 123 vehículos militares, 26 técnicos y dos cazas aéreos con la misión de abatirlo, informó el diario China Daily.
El suceso ocurrió en diciembre pasado en un suburbio de la capital y forzó el aterrizaje de dos helicópteros, el desvío de varios aviones comerciales y el retraso de otros.
El aparato en cuestión se trataba de un dron de 2,3 metros de largo y 2,6 de amplitud de alas que era utilizado por la compañía Beijing UAV Sci-Tech Co. para mapear el terreno.
Tres de sus empleados, identificados por la prensa con los apellidos de Hao, Qiao y Li, serán juzgados el 29 de octubre en un tribunal del distrito de Pinggu por "poner en peligro de forma negligente la seguridad pública", según el diario Beijing Morning Post.
El delito puede acarrear hasta siete años de cárcel.
China prohíbe cualquier vuelo sobre su espacio aéreo, tripulado o no, sin pedir la correspondiente autorización. La compañía no la había solicitado.
El cielo chino está fuertemente controlado por el Ejército, que se reserva el 80% y deja sólo el remanente a la aviación civil, lo que explica los frecuentes retrasos en los principales aeropuertos de las grandes ciudades.
No es la primera vez que un dron causa una alarma de seguridad en China.
Un neozelandés fue brevemente detenido en junio pasado y su dron dotado de cámara fue confiscado después de que lo hiciera volar sobre el parque pequinés de Beihai, muy cerca del complejo de edificios de Zhongnanhai que sirve de sede al Gobierno central.