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Miércoles, 28 Enero 2015 02:29

Jordi Pujol declara que un excargo de Banca Catalana fallecido gestionó su fortuna

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Han pasado 31 años desde que Jordi Pujol declaró, tras una querella de la fiscalía, por la descapitalización de Banca Catalana, que provocó pérdidas de más de 100 millones de euros a sus accionistas.

Ayer, el expresidente catalán volvió a sentarse delante de un juez, esta vez para explicar el origen de la fortuna que su familia mantuvo oculta en Andorra hasta el verano pasado. La sombra del caso Banca Catalana apareció, sin embargo, en la sala de vistas cuando Pujol mencionó el nombre de la persona que, supuestamente, gestionó la herencia de su padre: Delfí Mateu Sayos, primer director de la entidad en Barcelona. En esa tarea le sucedió Joaquim Pujol i Figa, primo del expresidente y ex alto cargo de la Generalitat, según fuentes de la defensa. Los dos están muertos.

En su declaración como imputado por blanqueo de capitales y fraude fiscal, que se prolongó dos horas, Pujol mantuvo que el dinero oculto durante tres décadas por su familia en Andorra procede de una herencia paterna. Es la misma tesis que ya defendió en su comunicado público del pasado 25 de julio —que le costó su caída en desgracia— y en su comparecencia ante el Parlamento catalán, en la que cargó contra la oposición y que acabó de erosionar su imagen.

En el proceso judicial que se sigue contra él a instancias del sindicato Manos Limpias, Pujol suministra la información a cuentagotas, lo que le ha valido más de una vez la reprimenda de la juez instructora. Ayer destapó una de las incógnitas que permanecían vivas: la identidad de la persona a la que, tras el fallecimiento de su padre en 1980, encomendó la gestión de la fortuna hasta la mayoría de edad del último de los siete hijos de Pujol y Marta Ferrusola, 10 años más tarde. Esa persona falleció hace años, por lo que ninguna luz puede arrojar ya sobre los hechos.

El primer gestor de los fondos fue Delfí Mateu, que según declaró Pujol era un “amigo íntimo” y hombre de la máxima confianza de su padre, Florenci, y de él mismo. Padre e hijo habían fundado, junto a su socio David Tennenbaum, Banca Catalana. Mateu fue directivo de la entidad y uno de los querellados por apropiación indebida; como el resto, resultó exonerado. Ya octogenario, se sintió sin fuerzas para seguir con esa labor y Mateu sugirió el nombre de su sucesor: Joaquim Pujol, primo de Jordi Pujol que fue también secretario general de Presidencia de la Generalitat bajo su mandato. En 1990 fue nombrado para ese cargo y el último de los hijos del exmandatario, Oleguer, alcanzó la mayoría de edad. A partir de entonces, el primogénito, Jordi, se hizo cargo de algunas gestiones en esas cuentas.

Pujol, que empezó contestando a las preguntas en catalán y cambió al castellano por deferencia con el fiscal, Alejandro Luzón, admitió que su padre había ganado el dinero negro mediante el “cambio de divisas”. Esa actividad, reconoció, era “ilegal”, aunque estuvo hasta cierto punto “tolerada” durante el franquismo. El padre del expresidente —siempre según su versión— dispuso, al margen del testamento, que el dinero que poseía en el extranjero pasara a manos de su nuera, Marta Ferrusola, y de los siete hijos de la pareja.

¿Por qué el padre no dejó el capital a su hijo? Como ya hizo en el comunicado, atribuyó esa decisión al “miedo” de Florenci por el incierto futuro de su hijo, encaminado a la política y no a los negocios. Pujol no llevó a su familia a regularizar esos fondos cuanto antes, explicó, porque también sentía “miedo” a que esa decisión afectara a su carrera política y a su imagen. El mismo año del fallecimiento de Florenci, Pujol se convirtió en presidente de la Generalitat, un cargo que ya no abandonaría hasta 2003.

El pasado verano, El Mundo difundió la existencia de ese capital oculto al fisco en el extranjero. Tanto Pujol como los tres hijos que también declararon ayer como imputados —Marta, Mireia y Pere— admitieron que ese fue el detonante que les llevó a aflorar las cantidades que poseían en Andorra. Los Pujol se negaron a responder a las preguntas de Manos Limpias y Marta Ferrusola, por su parte, se acogió a su derecho a no declarar por consejo de sus abogados, Cristóbal Martell y Albert Carrillo.

Para intentar apuntalar la tesis de la herencia, el imputado aludió a una “correspondencia privada” que mantuvieron Florenci y Marta Ferrusola. En esas cartas, el padre se duele de la situación de Jordi, que puede llevar a la “ruina” a la familia, y añade que pensará en el futuro de ellos ante cualquier eventualidad. Pujol no las ha aportado al juzgado porque no las ve relevantes, ya que no aluden directamente al reparto del legado, según fuentes de la defensa.

La juez Beatriz Balfagon y el fiscal sospechan que el capital regularizado por la familia podría tener un origen distinto y así se lo preguntaron a Pujol, que lo negó. Sin ser requerido explícitamente por el cobro de comisiones —un asunto que, por el momento, no es objeto de la investigación— el expresidente remarcó que el capital no procede de la “corrupción” ni del “erario público”.

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