Tras la ruptura sentimental de los padres, el principal enemigo de los niños es el síndrome de alienación parental (SAP), indicaron especialistas, pues ellos pagan las consecuencias de un trastorno que afecta su salud mental y corporal.
Francisco José Gutiérrez Rodríguez, académico del Departamento de Psicología Básica de Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) de la UdeG, indicó que todo comienza con las "mentiras" que se infunden a los infantes y por las que aprenden conductas de rechazo hacia el otro progenitor.
"Al niño se le revelan situaciones (como) que va a ser abandonado, que dejó de ser querido por uno de los padres, que tiene otra familia; le infunden temor sobre el daño que le pueden hacer", detalló.
Así, señaló, generan en el menor sentimientos de tristeza, odio y culpabilidad que los hacen sentir responsables de lo que sucede entre los dos padres.
Para reforzar la manipulación, incluso pueden violentarlos físicamente para presionarlos aún más, y que estos acusen a su otro progenitor de haber llevado a cabo los actos, alertó.
"Hay juicios en los que se llega a realizar incluso daño físico hacia el menor, diciéndole al juez que fue el padre opuesto el que le generó (...); hemos tenido casos en los que han quemado los brazos de los niños, donde se les han hecho heridas con arma blanca, con un objeto cortante.
"(Los) golpes, la intimidación, manipulación (y) estrategias de chantaje u ofensas (son para) tratar de demostrar que el padre no tiene un interés por el menor", enfatizó.
Bajo este clima de violencia constante es cuando los niños pueden desarrollar depresión, ansiedad, asma e incluso problemas gastrointestinales.
De acuerdo con investigaciones científicas sobre el SAP, las conductas que los niños pueden adoptar generalmente son de agresividad, evitación, uso de lenguaje y expresiones de adultos, dependencia emocional hacia el progenitor que aliena.
También dificultades para expresarse y comprender sus emociones, exploraciones innecesarias en las que afirman que su otro progenitor les causó algún tipo de daño, situaciones que al largo plazo desencadenan las afecciones.
Una vez que los infantes padecen el SAP, Eduardo Muñoz Maciel, psicólogo y académico también del CUCS, subrayó que es importante que estos acudan a terapia psicológica en conjunto de sus padres.
Aunque en muy pocos casos se logra, indicó, es de vital importancia la intervención de un especialista, pues mientras más pase el tiempo, las conductas aprendidas en contra del otro progenitor se acentuarán y las enfermedades podrían persistir.
Ruth Álvarez, Mural