Además, recibió del mismo organismo 15 recomendaciones por tortura comprobada. La inquietud que queda es lo que el propio procurador general de la República, Murillo Karam, planteó como reto: el aplicar la ley y respetar los derechos humanos. La pregunta es si esto será posible ahora con el regreso de Gerardo Octavio Solís.
Una historia para considerar en el futuro.
Mes de mayo, año de 2004. Guadalajara, sede de la Tercera Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea. Vicente Fox era presidente de México. Francisco Ramírez Acuña, gobernador de Jalisco, y Emilio González Márquez, presidente municipal de Guadalajara. La Procuraduría General de Justicia del Estado de Jalisco estaba dirigida por Gerardo Octavio Solís Gómez. En tanto que el titular de la Dirección General de Seguridad Pública de Guadalajara, era Luis Carlos Nájera. Nombres conocidos, recordables.
El 28 de mayo de 2004 se oían en las calles del centro de Guadalajara sonidos de percusión. Eran poco más de 3 mil manifestantes pacíficos opositores al proyecto neoliberal. Los llamaron globalifóbicos, altermundistas. Se veían jóvenes bailando y marchando divertidamente. Eran contingentes coloridos. Se veían alas de mariposa adheridas a la espalda de una jovencita; cadejos de cabello en forma rastas; playeras sin mangas, pantalones de mezclilla y a algunas personas con máscaras. También ondeaban banderitas cubanas desplegadas entre los contingentes. También imágenes del Che Guevara. Mantas discretas y otras más visibles con leyendas: “Zapata vive, la lucha sigue” y “sólo en el socialismo otro mundo es posible”.
A través de un megáfono se expandía la voz de otro joven que pedía “justicia para los pueblos del mundo…” o “es el momento de decir basta…”. Mientras se oían las consignas “el pueblo, unido, jamás será vencido”. De manera ordenada y parsimoniosa los pies de los manifestantes se movían. Muchas mujeres combinaban la marcha con movimientos rítmicos del cuerpo. El cielo se veía despejado. Avenida Juárez era el trayecto de poniente a oriente. Dando vuelta a la izquierda se veía la catedral de Guadalajara.
También se reconocía un cerco de policías que impedían el tránsito hacia la cruz de plazas. Como suele suceder en manifestaciones pacíficas de este tipo. Cascos, escudos, chalecos antibalas, mascarillas, botas y macanas. Una decena de jóvenes sentados en el piso a unos centímetros de la línea de botas de cientos de policías, resistencia pacífica. Grupos de encapuchados o con la cara cubierta con paliacates desplegaron una provocación. Las vallas metálicas de la policía son sacudidas por estos provocadores. Constantemente se escuchaban voces que gritaban, hasta donde se podía oír: “no hay que caer en provocaciones”.
Se veían escudos y palos que se entrecruzaban en las vallas. Las cámaras de fotógrafos y reporteros se levantaban sobre sus cabezas para intentar conseguir la mejor toma. Las caras de los manifestantes pacíficos comenzaron a expresar asombro, angustia y después preocupación. Algunos comenzaron a abrirse paso y corrían. Sólo los encapuchados insistían en su tarea de enfrentar a las fuerzas policiales.
Otros más intentaban cerrar filas mediante una cadena humana, entrelazando brazo con brazo. Por la espalda de los contingentes se fue cerrando el cerco policiaco. Entre Juárez y 16 de Septiembre se encapsuló a los manifestantes. El ambiente se nubló y el ardor en los ojos comenzó. Había aparecido el humo generado por las bombas lacrimógenas lanzadas en contra de los manifestantes. Los toletes surcaron el aire. Siguieron golpes a manifestantes y transeúntes. Una voz angustiada gritaba a los policías, “únanse a su pueblo, no lo ataquen”. Detenidos con los brazos atrás, jaloneados por los cabellos. Detenidos sin derecho a abogado, sin posibilidades de hacer llamada a algún familiar o conocido.
Lo permitido: brazos en la nunca, tirados en el piso, boca abajo, durante horas. A las mujeres las obligaron a desnudarse, las ofensas verbales acompañaban el tacto que se les impuso. Manos de policías en cuerpos vulnerables, ofensas y amenazas sexuales para ellas. Golpes en testículos y toques eléctricos para someter voluntades juveniles. Uso de testigos encapuchados para señalar como culpables a los detenidos y la afirmación contundente de los policías: “aquí no hay derechos humanos”. Los gritos de los torturados, fue otra forma de violencia hacia los que les seguían. Obligados a firmar actas sin permitirles leer. 16 horas sometidos a presión física y psicológica, sin agua, ni comida, sin saber dónde se estaba.
Fianzas fijadas, firma semanal para acusados de robo, pandillerismo, ataques a las vías de comunicación, daños en propiedad ajena, resistencia a la autoridad y motín. Los hechos siguen sin investigarse: 19 casos de tortura, 73 incomunicaciones y retenciones ilegales, 55 casos de tratos crueles y degradantes y ocho deportaciones. El gobierno del estado y el ayuntamiento de Guadalajara no sólo descalificaron el informe que les inculpaba de su actuar ilegal, sino que incluso premiaron la “valentía” de los policías que participaron en el operativo.
Cuando ocurrieron estos hechos, Gerardo Octavio Solís Gómez era el procurador general de Justicia de Jalisco. Después lo convirtieron en secretario general de Gobierno de Jalisco (2005). Más tarde fue gobernador interino (2006-2007). Luego coordinador de asesores del secretario de Gobernación Ramírez Acuña. Posteriormente fue el titular de la Unidad para la Atención de las Organizaciones Sociales de Gobernación.
En este 2013, fungió como coordinador general de Política y Seguridad Integral en el equipo de transición del gobernador Aristóteles Sandoval Díaz. Ahora, nueve años y dos meses después de la represión del 2004, es nombrado titular de la Fiscalía Federal en el estado. El gobernador Aristóteles Sandoval le ha dado su “apoyo y “confianza”. El nuevo delegado señaló su disposición para que se retome “al México de paz y tranquilidad que exigen y anhelan todos los mexicanos”. Los antecedentes no son alentadores.
Atropellos desestimados
Como procurador estatal, entre 2001 y 2005, Solís Gómez ameritó un informe especial de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) por la represión a manifestantes el 28 de mayo de 2004, durante una protesta en una cumbre de jefes de Estado en Guadalajara.
La CNDH pidió sanciones que el gobierno del estado de Francisco Ramírez Acuña no cumplió. También hubo recomendaciones de Human Rights Watch y Amnistía Internacional, entre otros organismos locales y nacionales.
En sus cuatro años como procurador, Solís Gómez acumuló 31 observaciones de la CNDH, las cuales fueron ignoradas. En 2002 recibió otro aviso, luego de que al menos mil 500 jóvenes que acudieron a una fiesta en Tlajomulco fueron cercados, vejados y una treintena encarcelados y golpeados por órdenes del gobierno estatal.
En lugar de ser sancionado, en 2005 Solís fue nombrado secretario de Gobierno de Jalisco y un año después gobernador interino, tras el nombramiento del panista Francisco Ramírez Acuña como secretario de Gobernación en el naciente gobierno del panista Felipe Calderón Hinojosa.
Como Delegado de la PGR en Jalisco, Gerardo Octavio Solís Gómez, fue destituido tras el escándalo de la detención de Ligia Canto Lugo, a quien al Ministerio Público Federal de esa entidad se le señaló de “fabricar” un expediente por un supuesto fraude por tarjetas de crédito clonadas, según informó SIPSE.
De acuerdo con los datos recabados por Sipse, Solís Gómez sólo estuvo siete meses en el cargo y le señaló en Jalisco varias versiones por las que dejó el puesto, entre las que destacan que sería enviado a otra entidad o por el escándalo en el que se vio involucrada la PGR en esa entidad en el caso de Ligia Canto
Fuentes: Agencias, Vallarta Network, La Jornada, Sipse
TE PUEDE INTERESAR: https://www.auditoriotelmex.com/index.php/internacional/item/15709-enrique-alfaro-bajo-investigacion-de-eu-por-presuntos-vinculos-con-el-narcotrafico?fbclid=IwAR0IO953HEdr5yxXgGxl_SzF90E1GvgOY4xYzVSDvYV30qfVmPbkHuYLVa8
TE PUEDE INTERESAR: Cachan al alcalde de Guadalajara besándose con <<su prima rusa>>