De acuerdo con la versión de testigos, Nicolás Urrutia estaba muy borracho, por lo que llegó al operativo y amenazó a todos los comandantes de tránsito que estaban en el lugar. Les gritó que él era el Director Jurídico, que tenían que obedecerlo y que le valía madre quién estuviera a cargo del alcoholímetro.
Ese día, sábado 11 de octubre, el operativo “salvando vidas” se colocó en la avenida México, a la altura de lo que antes era el rastro municipal y hasta ahí llegó de una forma prepotente Nicolás Urrutia para exigirle al comandante encargado del alcoholímetro, Filiberto Gámez, que le entregara a un muchacho que habían detenido, ya que era su sobrino.
En ese momento, Nicolás Urrutia le llamó a su íntimo amigo, el sub-director de tránsito, Jesús Rodríguez Campoy, quien no le contestó la llamada. Sin embargo, si le contestó a su comandante Gámez, a quien le dijo que se procediera conforme a derecho.
Pero las indicaciones de Campoy no se respetaron ni obedecieron, ya que esa noche estaba como juez municipal ni más ni menos que la licenciada Sonia Crisosto Curiel, quien es la mismísima esposa de Nicolás Urrutia Gordián, y no se llevaron al sobrino de Urrutia a la cárcel, solo detuvieron el vehículo para mandarlo al corralón.
Con esto, Nicolás Urrutia logró su cometido, “rescató” al sobrino ebrio y evitó que le hicieran la prueba de alcoholemia a él mismo, que como Director Jurídico del Ayuntamiento estaba obligado a someterse a la prueba como cualquier ciudadano.
Los hechos sucedieron a las 11:15 de la noche, de hecho acaban de montar el operativo cuando cayó bastante borracho un joven de unos 22 años, quien salió con 70 grados, suficiente para enviarlo a prisión, pero el muchacho llamó a su tío Nicolás Urrutia y éste de inmediato fue en su auxilio.
En el sitio, Urrutia alegaba que su sobrino llevaba en el coche a menores de edad, que tenían que dejarlo ir, que si no, se iban a arrepentir; incluso amenazó al comandante Filiberto Gámez, quien por cierto, sustituyó a Juan Villalvazo hace 15 días por órdenes de Jesús Rodríguez Campoy.
A Juan Villalvazo lo quitaron del alcoholímetro de una forma vergonzosa, no se siguió un procedimiento oficial, sino que Campoy llegó una noche al operativo y delante de todos le dijo que se quitara, que ya no podía estar ahí, que el nuevo encargado sería Filiberto Gámez.
Sobre el escándalo de Nicolás Urrutia, se sabe que en los Juzgados Municipales no se hizo ningún procedimiento oficial sobre el comportamiento del Director Jurídico ni del por qué se dejó ir a un joven con más de 70 grados de alcohol en la sangre.
Al interior de la sub-dirección de tránsito, hay molestia e inconformidad por la prepotencia e impunidad con que actúa Nicolás Urrutia y su esposa, la juez “por ministerio de ley”, Sonia Crisosto, por lo que exigen al alcalde que tome cartas en el asunto, ya que ni siquiera la Contraloría del Ayuntamiento ha levantado un acta administrativa sobre estos hechos de corrupción pública, ya que el funcionario rompió todo el protocolo del operativo que fue aprobado por el Congreso del Estado y se rige por la Ley de Movilidad.
Jorge Olmos / Vallarta Uno