Sin perder más tiempo, satisfechos, los homicidas pusieron a toda velocidad sus pies en polvorosa, hasta desvanecerse por completo entre las arterias contiguas.
Vecinos y consanguíneos, no se percataron de las particularidades de los rufianes, pues sus ojos y emociones se volcaron apresuradamente hasta verse reflejados en una laguna roja que se acrecentaba con prontitud alrededor de la víctima, a la par de que su vida anunciaba ya su inevitable partida.
Policías Municipales, en cuanto pudieron llegaron y solicitaron la ayuda de los paramédicos de la Cruz Verde Marcos Monteros, quienes en más pronto de lo que imaginaron colocaron en el quirófano al lesionado.
Sesenta minutos luego, un galeno acongojado se dirigió con los familiares del acribillado, para con suma pena confesar que aquel que solían llamar, Lorenzo Gómez Espino de 34 años de edad, acababa de abandonar para siempre su estancia en la tierra; consecutivamente, injurias se lanzaron contra su pequeña residencia de 4 meses en la Guayabitos, que una y otra vez anunciaron, fue desatinada o errada si fue para acarrear la sanguinaria tragedia.
La hermana de Gómez Espino, sobresaltada acusó a un tal “Moy”, y a un “Larry”, como los asesinos. De esto tomó fe el agente en turno del Ministerio Público, adscrito al puesto de socorros.
Gritos y lágrimas, la unidad médica, de inmediato invadieron, pues se negaban a creer que Lorenzo, estaba muerto por la nada modesta cantidad de 10 impactos en el tórax, de un arma de fuego del calibre .40; según manifestaron representantes de la procuración de justicia estatal, al hallar similar cantidad de casquillos percutidos en el lugar de los hechos.
El Gratuito