A decir del mando policíaco, tanto el nombre de las calles donde se reúne el grupo, como el de las calles en que viven sus miembros, son datos que forman parte de la base informativa de la corporación municipal. De igual forma ocurre con la ubicación de los talleres, pero la Policía, al ser una corporación preventiva, poco puede hacer para dar solución a este problema, pues no es una acción que esté dentro de su competencia.
“Hemos intentando que (los talleres) se clausuren, pero la Policía de Guadalajara no puede. No es nuestra facultad hacerlo”, explicó, al tiempo que señala que “si un (agente del) Ministerio Público quisiera hacer bien su trabajo, con la línea de investigación (que tenemos) ya hubiera llegado con esas personas, porque en realidad (los dueños de los talleres) son cómplices. Están cayendo en complicidad, porque de antemano saben que esas motocicletas son utilizadas para cometer ilícitos”.
El modo de operar de esta banda de Analco en las calles del Centro Histórico inicia cuando abordan una banqueta. Los tripulantes, generalmente dos, eligen a una víctima, se acercan a ella y le arrebatan las pertenencias que lleva a la vista, para después arrancar a contraflujo de los automóviles y perderse entre ellos.
“Mudan” de territorio
Pero en los últimos meses, el grupo delictivo de referencia se ha alejado de las calles del Centro Histórico. Esto, asegura el comandante, por los “constantes operativos en la zona”, que han permitido “un descenso en el número de robos por arrebatos”. No obstante, reconoce que los ladrones optan por otras calles de la ciudad.
El cuadrante vigilado por los ciclopolicías de Guadalajara está comprendido entre las calles de Ocampo y Belisario Domínguez, e Independencia y López Cotilla. “Aquí el robo ha disminuido”.
Entre mayo y junio hubo un incremento en denuncias ciudadanas por este delito, pero en junio, julio y agosto la cifra “ha ido muy a la baja”.
La información que permitiría dar con la banda dedicada al robo en motocicletas en el Centro Histórico de Guadalajara, es del conocimiento de la Procuraduría de Justicia del Estado desde noviembre de 2011. El comandante del grupo Libras, Isaac Islas, refiere que toda la información que poseen ha sido entregada a la Policía Investigadora. “Todo se tiene que documentar. Todo lo que hacemos”.
Los datos obtenidos de las denuncias ciudadanas llegan a manos de la Procuraduría del Estado, y es esta instancia quien debe encargarse de hacer las investigaciones pertinentes, y cumplimentar los arrestos de ser necesario. “Es un problema de mucho tiempo”, destaca el agente, quien apunta que también se ha entregado información sobre los tres talleres donde los delincuentes “rentan” las motocicletas que emplean
Para el comandante del equipo Libras, el robo por arrebato es un tema que requiere sensibilidad de varias partes, para desaparecerlo. “Las casas de cambio del Centro no deberían aceptar esta mercancía sin factura, o sin que la persona acredite legalmente su propiedad. A veces ven las cadenas en pedazos, y así se las compran a estos muchachos. Además, se les paga muy poco. Muchos de los que salen ganando también son estos giros”.
Sobre el robo de celulares, las estadísticas de la corporación indican que en lo que va del año se han realizado 498 denuncias por el hurto de estos equipos. Uno de los puntos de venta de celulares robados es la Calzada Independencia, desde Héroes de la Independencia hasta Javier Mina, así como la Plazoleta de San Juan de Dios. “A la ciudadanía no sólo se pide que denuncie como parte afectada, también se le pide que no compre cosas robadas”.
Primero análisis: Procuraduría
Ante los señalamientos que hace el primer comandante del grupo Libras de la Policía de Guadalajara, sobre una supuesta desatención a la información que se le concedió a la Procuraduría de Justicia desde noviembre pasado, para investigar el proceder de la banda de robo en motocicleta, la fiscalía prefirió no hacer comentarios. De acuerdo con un informe girado a este medio, será hasta que analicen la información que ventiló el comandante Isaac Islas, cuando ofrezcan voz de réplica a la opinión pública.
Testimonio Pocas esperanzas para recuperar un teléfono Diana López camina por la calle mientras habla por teléfono con su padre. Sostiene su mirada fija en el camino por delante. Un semáforo en verde le favorece y cruza la Avenida 16 de Septiembre; sigue su camino sobre la calle López Cotilla, mientras un peatón camina al lado de un motociclista en lenta marcha sobre el extremo derecho de la circulación. A ninguno presta la menor atención. Nada es diferente, nada hay de extraño. —Sí, papá. Estoy a unas cuadras. Ya voy para allá. Dile a mi mamá que vaya calentando la comida, que en 15 minutos… ¡Hey!
Un jaloneo al brazo, y el teléfono cambia de manos. El motor del vehículo ruge mientras el extraño se monta en él y Diana sólo atina a voltear para identificar a su atacante. La dupla huye sin obstáculos. Muchos vieron el robo; todos quedaron perplejos. A ese punto los ladrones ganaron ventaja, con un botín “caliente” en manos que están dispuestos a ofrecer de inmediato. Las personas se acercan a la dama, quien se haya en shock. Tras de ello los consejos surgen de inmediato. “Bloquéalo”; “denuncia”; “avisa a tus contactos”. Ella opta por lo primero, aunque de poco le servirá… En el Centro de Guadalajara, la posibilidad de desbloquear un equipo de comunicaciones es relativamente simple. Sólo se requieren entre 60 y 90 minutos de paciencia, y de 200 a mil 500 pesos. Las voces de denuncia que ventilaron esto señalaron al mercado San Juan de Dios, la Plaza de la Tecnología y ciertos negocios improvisados que se colocan sobre la Calzada Independencia como los sitios. De acuerdo con Rubén, quien trabaja como franelero en el primer cuadro tapatío, los negocios para desbloquear celulares robados no son pocos. “Aquí en cualquier lugar que preguntes te dicen”, expone, al tiempo que detalla los precios: “Por cualquier celular te cobran como 200 ‘varos’. Por un iPhone, entre 500 y hasta mil, dependiendo el modelo, marca y año”. Ventila que en los tianguis, un celular que cuesta alrededor de 10 mil pesos se ofrece a menos de la mitad. “Y ya vas y lo desbloqueas. Nomás te calan que sirva. Pero imagínate, ¿cuánto te gusta que te salga nuevecito? Así te sale en la mitad”. LA VOZ DEL EXPERTO Delincuentes aprovechan zonas desiertas del primer cuadro Dante Haro Reyes (especialista en Administración de Justicia y Seguridad Pública)
Aunque aún no hay un estudio que arroje datos específicos al respecto, ya se ha detectado un auge en el delito de robo a transeúnte en el Centro Histórico de Guadalajara. La primera pista: el fenómeno corresponde a los mismos corredores de internet inalámbrico gratuito en la ciudad. “Principalmente en el Centro y la colonia Americana” comentó Dante Haro Reyes, académico de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Maestro con especialidad en Administración de Justicia y Seguridad Pública, Haro Reyes aseguró que apenas el jueves uno de sus compañeros fue víctima de robo cuando terminaba de hablar por teléfono. “Y este fenómeno tiene, por lo menos dos porqués.” Uno: el corredor de internet inalámbrico “donde son más susceptibles de ser víctimas los niños, los jóvenes y las mujeres”. Y otro tiene qué ver con la “transformación” que vive el Centro Histórico. “Al convertirse el Centro en una zona de comercio, los robos van en aumento. Hay muchas zonas desiertas por las tardes y las noches, que son aprovechadas por este tipo de bandas. Estos jóvenes que van en las motos aprovechan esos vacíos que van dejando”.
Asegura que la prevención en la zona es un tema pendiente. “No hay Policía suficiente, y los que están no hacen bien su trabajo. No hay módulos de atención”.
Sobre el informe de la banda organizada que, a decir de la Policía de Guadalajara, no ha atendido la fiscalía estatal, opina que ello muestra “una falta de coordinación gravísima, porque en lugar de sumar esfuerzos, cada quien hace su parte”.
Comenta que mientras las policías municipales han hecho un esfuerzo para que sus elementos pasen los controles de confianza, “también se necesita que los agentes del Ministerio Público los pasen, para que se pueda decir que son servidores públicos honestos”.
Los pasos a seguir: “Si la Policía ya hizo una labor de prevención, y hasta de investigación, sería que se construya una averiguación previa conforme a Derecho, para que la Procuraduría se encargue de impartir justicia. La Procuraduría de Justicia del Estado tiene la llave en la cadena, para determinar si procede o no. Y ver si en verdad quieren disminuir este tipo de delitos a transeúntes”.
El Informador