El dictamen fue avalado por 409 votos a favor –de Morena y sus aliados, a quienes se sumaron en esta ocasión el PRI y MC—y 69 en contra del PAN y comenzó la discusión en lo particular.
En contra de la iniciativa presidencial, Luis Agustín Rodríguez (PAN) afirmó en tribuna que, si bien su partido está de acuerdo con proteger el patrimonio biocultural que representan los maíces nativos, también debe buscar “opciones de coexistencia” entre éstos y la “competitividad y productividad” que significan los granos genéticamente modificados.
Luego de recordar que México “es el principal importador de maíz en el mundo”, con alrededor de 20 millones de toneladas de maíz cada año –y aumentos anuales de entre 10 y 20 por ciento--, en gran medida por una situación de “verdadero abandono” del campo nacional, el legislador afirmó que “desde hace más de 28 años se consume maíz transgénico y no hay una sola evidencia científica que genere algún daño al ser humano o al ser animal”.
Por lo anterior, y como lo hizo desde el lunes en el debate en la Comisión de Puntos Constitucionales, propuso “reservar zonas exclusivas en México para la siembra y cosecha de semillas de maíces nativos”, y otras para permitir la de maíz transgénico, para “potenciar nuestra producción del campo y que podamos ser autosuficientes”.
El también panista Paulo Martínez enfatizó por su parte que México actualmente importa más de 4 mil millones de dólares anuales de maíz transgénico para consumo animal, por lo que advirtió que prohibir este tipo de semillas modificadas “nos pone en riesgo de represalias comerciales” en el marco del TMEC, como lo comprueba, agregó, el antecedente de que el país ya perdió un panel de controversia frente a Estados Unidos por este tema. “Están sacrificando millones de empleos y arriesgando la estabilidad económica de miles de familias. Tampoco es un tema de salud, porque no hay un solo estudio científico que demuestre que el maíz transgénico es nocivo.
Pero como es su estilo, buscan engañar a la gente, tomando decisiones basadas en sus prejuicios, sin estudios ni evidencia”, dijo. Los opositores a la iniciativa “no son mexicanos” Por el contrario, Xóchitl Zagal (Morena) destacó que México es el centro de origen del maíz y tiene la mayor biodiversidad de maíz en el mundo, con 64 razas, de las cuales 59 son nativas. Dicha riqueza, afirmó, “no es solo un dato científico, sino un legado vivo y un tesoro que nuestros campesinos han cuidado con amor y sabiduría”.
Tras desmentir los señalamientos del PAN y MC, que argumentaron que la más reciente versión del dictamen resulta “ambigua” o “confusa”, cuestionó el supuesto compromiso de esos partidos con la defensa del maíz nativo. “Dicen que quieren protegerlo y que es muy importante, pero al mismo tiempo, dicen con firmeza que debemos sembrar el maíz transgénico, justificándose con el discurso de la productividad, la competitividad y el desarrollo financiero.
Pero que hablen claro: que digan qué acuerdos, qué intereses oscuros tienen con Monsanto, Bayer y Syngenta”, las empresas que desarrollan y promueven los granos genéticamente modificados. En ese mismo tono, les reprochó a los panistas que “no entienden nada porque no son mexicanos”, pues la polinización del maíz es por aire, y debido a ello “es muy fácil su cruza” con semillas transgénicas.
Como ejemplo, afirmó que las siembras piloto de éstas últimas, autorizadas en el gobierno de Felipe Calderón en 2009, causaron que de ese año a 2023, aumentara la presencia de la contaminación genética del maíz nativo de 1 a 33 por ciento. Lilia Aguilar (PT) también rechazó el argumento del blanquiazul en el sentido de que la reforma sea “ambigua”, pues los términos en los que está escrita ya fueron explicados en comisiones el lunes y tienen una base científica.
Reiteró que permitir la siembra de maíz transgénico implica el riesgo de “depender tarde o temprano de la plaga de las semillas de Bayer y Monsanto”.