En imágenes difundidas por la Policía Federal se aprecia a la Reina del Pacífico sonriendo y en buen estado de ánimo.
La Reina del Pacífico, declarada en libertad por jueces de Estados Unidos, fue incluida en el grupo de mexicanos que son repatriados de manera voluntaria y que desde el mes pasado arriban al aeropuerto capitalino.
La PGR cuenta con una orden de reaprehensión en contra de Ávila Beltrán por el delito de operación con recurso de procedencia ilícita, ya que supuestamente pidió seguros de vida por más de 4 millones de pesos con dinero obtenido de tráfico de estupefacientes, y este proceso judicial se desarrolla en un juzgado penal federal con sede en el estado de Nayarit.
De acuerdo con las fuentes consultadas, Ávila Beltrán –quien ya ha sido exonerada en México por los delitos de delincuencia organizada y otra acusación de lavado de dinero– será trasladada a Nayarit luego de una revisión médica en el AICM.
La llamada Reina del Pacífico fue trasladada al hangar de la PGR, ubicada en la misma terminal aérea capitalina, de donde se prevé saldrá custodiada en una aeronave de la PGR hacía el penal de Tepic para ser puesta a disposición del Juez de Distrito que la requiere.
De acuerdo con la PGR, Sandra Ávila adquirió con dinero ilícito un hotel y una casa en Hermosillo, Sonora, así como una vivienda en la delegación Magdalena Contreras de esta ciudad.
También se le acredita la presunta compra de un inmueble en la colonia San Nicolás Totoloapan, en el estado de Jalisco; un vehículo BMW, modelo 1997, y la posesión de 822 mil 154 pesos en su domicilio, ubicado en la calle Sendero de los Pinos 61 fraccionamiento Puerta de Hierro, de Zapopan, Jalisco.
La Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SEIDO) inició sus investigaciones en contra de Ávila en el año 2002, fecha en la que se radicó la averiguación PGR/SIEDO/UEIOFM/005/2004 por la comisión del delito de operaciones con recursos de procedencia Ilícita en contra de la indiciada.
Esta mujer, sobre la cual se ha tejido todo un mito tras la publicación de un libro, tiene un pasado poco conocido, más allá de lo plasmado en corridos y en investigaciones periodísticas.
Paradójicamente, Ávila Beltrán quería ser periodista. A los 18 años de edad se inscribió en la escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) que en ese entonces, al inicio de la década de los 80, tenía poco tiempo de inaugurada.
Solía llegar tarde a clases, casi siempre dos horas después de iniciada la jornada. Entraba en silencio al aula y se sentaba en la primera silla disponible.
Un excompañero de clases la recuerda como una chica muy callada, con pocos amigos y de actitud desconfiada.
Pero era difícil que pasara desapercibida. A esa universidad privada, una de las más caras de México, solía llegar a bordo de lujosos automóviles nuevos.
"Bajaba superemperifollada (ostentosa) con muchas joyas. Usaba collares gruesos de oro que estaban de moda en esa época", recuerda su excompañero quien prefiere permanecer anónimo.
"A nosotros nos parecía sospechoso, tenía toda la imagen de ser pariente de narcos o novia de alguno porque era demasiada ostentación. A los 18 años y con tanta joya encima nadie se le acercaba".
Años después las sospechas parecieron confirmarse, cuando Sandra Ávila fue acusada de manejar las finanzas del Cartel de Sinaloa, así como de organizar una operación para traficar 30 toneladas de cocaína a Estados Unidos.
Pero los cargos no pudieron probarse en México, y ante una corte de Miami la mujer se declaró culpable de asistencia económica a un narcotraficante.
"Una dama pesada"
En 2007, cuando fue detenida, las autoridades mexicanas acusaron a Sandra Ávila de ser una pieza clave en la operación del Cartel de Sinaloa.
En los medios mexicanos se destacó su cercanía a personajes como Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, o Ismael Zambada García, El Mayo, quienes son los principales líderes de la organización.
Su fama aumentó cuando se supo de la canción Fiesta en la Sierra que al parecer se inspiró en una reunión a la que asistió en las montañas y a la que sólo se pudo llegar por aire.
La letra del corrido, como se le llama a esta clase de temas en México, narra el momento en que llega la aeronave de una mujer "esa grande del negocio, una dama pesada".
Ahora, después que fue exonerada de la mayoría de los delitos que se le imputaron, muchos se preguntan si en verdad La Reina del Pacífico fue tan poderosa.
Amigos
De Sandra Ávila se dijo que era sobrina de Miguel Angel Félix Gallardo, El Jefe de Jefes y quien fuera uno de los líderes más poderosos del narcotráfico en la década de los años 70 y 80.
Pero en conversaciones con el periodista Julio Scherer García la mujer dice que no es cierto, como tampoco la fortuna que se le atribuyó tras su captura, añade.
Sus padres están vinculados familiarmente con algunos líderes de narcotráfico, y Sandra misma confiesa que conoce a algunos de ellos como El Chapo Guzmán, el Mayo Zambada, Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos o los hermanos Arellano Félix.
Pero formaron parte del círculo en que creció, ha dicho. En realidad -insistió ante Julio Scherer- la imagen de mujer peligrosa y con influencia en el negocio del narcotráfico no es real.
"El gobierno me relaciona con los capos, como si fuera uno de ellos. Pero yo los conocí cuando eran personas comunes y corrientes", explica en el libro "La Reina del Pacífico: es la hora de contar", del periodista Julio Scherer. De hecho formaban parte del mismo círculo social, por lo que era imposible no relacionarse con ellos.
¿Poder?
Para algunas personas que la conocieron en Jalisco, un incidente define el verdadero papel de Sandra Ávila en el negocio de las drogas.
En 2002 su hijo Luis Fuentes Ávila fue secuestrado, y para rescatarlo La Reina del Pacífico pidió ayuda a la policía. Algo que nunca hubiera hecho si realmente tuviera influencia en la organización, cuenta un periodista local.
Tres de sus parejas, incluso el padre de su hijo, fueron asesinadas, y ella misma escapó de un atentado. La mujer cree que la familia de uno de sus esposos organizó el ataque.
En una de las conversaciones con el periodista Scherer, Sandra Ávila recuerda una ocasión en que fue trasladada de la cárcel donde se encontraba al juzgado donde se llevaba su proceso.
"Vendrían por mí, yo tan importante, para trasladarme", recuerda. "Hubo refuerzo en la seguridad, según fui sabiendo, ¿Y qué ocurrió? Nada. Ni un desorden, ni un grito de más. Nada. ¿Y yo, tan poderosa, qué tan poderosa era?".